miércoles, 23 de mayo de 2012

Cannabinoides y cáncer: Alivio sintomático y potencial anticancerígeno.

Lic. Pablo A. Ascolani
Secretario de AREC


Los cannabinoides son compuestos eficaces y seguros para sus usos vigentes; nauseas y vómitos asociados a quimioterapia, el aumento de ingesta calórica y peso en síndromes de emaciación por cáncer avanzado y VIH y dolor neuropático y espasticidad asociado a esclerosis múltiple.

Instituciones de máxima jerarquía académica lo avalan, como la AMA (American Medical Association), ACP (American College of Physician), IOM (Insitute of Medicine), el Comité de Ciencia y Técnica del Reino Unido (House of the Lords), el Instituto Catalán de Farmacología, el reporte del Ministerio de Salud de Bélgica, el reporte del Senado de Canadá, entre muchos otros. En 2006, la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD) reconoció que «gran parte del material que había sobre el cannabis (N.del A.: los estudios que había en 1961 cuando se prohíbe) en la actualidad se considera erróneo», o sea que las pruebas científicas estaban sesgadas, y que «reconocidos pro­fesionales abogan por el uso médico de los componentes activos o de la planta misma».

Uno de los estándares de derechos humanos más importantes es el derecho a la salud. Es violatorio de este derecho humano y anticonstitucional castigar a los pacientes que se benefician con el uso de cannabinoides.



Datos clínicos sobre eficacia orexígena y analgésica de los cannabinoides.



            Se han estudiado ampliamente los efectos del THC y sus análogos en la náusea y vómitos inducido por quimioterapia. En general, se ha encontrado cierta efectividad. La eficacia del THC, nabilona y levonantrodol (análogos sintéticos del THC) eran mayores a los de la clorpromazina, y equivalente a la metoclopramida y haloperidol. Los resultados fueron suficientemente favorables para la que en 1982 el Ministerio de Salud de Canadá apruebe la nabilona. En 1985 la FDA aprobó el dronabinol con el mismo fin.

            El interés por el uso de los cannabinoides como antieméticos fue eclipsado por la alta incidencia de efectos adversos relacionados con la psicoactividad intrínseca y la aparición de los antagonistas 5-HT3 como el ondasetron, más potentes, sin efectos psicotrópicos y administrables por vena.

                        El THC ha demostrado, en una serie estudios bien diseñados (doble ciego comparado con placebo o sustancia activa, randomizado o cruzados),  su eficacia como estimulante del apetito y estabilización de peso en síndromes caquectizantes.





Estudios poblacionales



Los estudios poblacionales sobre la relación cannabis-cáncer de pulmón (uno realizado por D. Tashkin y patrocinado por el NIDA), fallaron en encontrar una relación causal; y en uno de ellos de hecho el cannabis pareció poseer cierta acción protectiva frente al cáncer de pulmón. [i] [ii]

También hay también un estudio poblacional caso-control extenso que indica que el fumar cannabis disminuye de manera estadísticamente significativa la incidencia de cáncer de células escamosas de cabeza y cuello, o sea que fumar marihuana tiene un tipo de actividad protectiva contra este tipo de cáncer. [iii]



Cannabinoides como agente anticancerígeno



Más allá de la utilidad que pueda prestar como antiemético, como vemos se evidencian sus propiedades antiproliferativas, reportadas hace ya 30 años por Munson et al. Curiosamente, no se realizaron más estudios en éste área hasta fines de los 90.

Hay amplia evidencia que los cannabinoides botánicos, endógenos o sintéticos son anticancerígenos, es decir, tienen la capacidad de provocar la apoptosis de las células tumorales, inhibir su angiogénesis y abortar su reproducción, sin afectar las células normales [iv],[v],[vi],[vii]. Cannabinoides derivados de la planta (como el THC y cannabidiol), sintéticos (como el WIN-55, 212-2 y HU-210) y endocannabinoides (como la anadamida y el 2-araquidonoilglicerol) presentan propiedades antiproliferativas en un amplio espectro de células tumorales cultivadas, incluyendo cáncer de hígado, de pulmón, próstata, gliomas, epiteliomas tiroideos, cáncer de piel y linfomas. Los determinantes moleculares de estos procesos no se conocen en totalidad y son de una gran complejidad, dependiendo del tipo de célula y proceso estudiado. Un proceso observado in vitro e in vivo, es que los cannabinoides activaron la apoptosis en células transformadas a través del aumento de la producción de ceramida. Éste induce la activación de la expresión del diferentes genes implicados en la respuesta al estrés del retículo endoplásmico. Esta respuesta al estrés induce la síntesis de una cantidad muy grande de proteínas. La acumulación de proteínas en el entorno celular hace que la célula se bloquee y finalmente muera. Otro proceso observado es la disminución de la señalización del receptor de factor de crecimiento y disminución de angiogénesis y expresión de metaloproteínas. La acción del cannabinoide es selectiva, ya que sólo induce a la muerte de las células cancerígenas, y no de aquellas que están sanas.[viii],[ix],[x][xi]

            Además el agonismo de los receptores CB2 atenúa la respuesta inflamatoria, el estrés oxidativo y la muerte celular renal inducida por el cisplatino y mejora la función del riñón.[xii] Y aumenta la eficacia del antineoplásico temozolomida para el tratamiento del glioma "la administración combinada de temozolomida y cannabinoides podrían ser explotadas para el manejo terapéutico" del glioblastoma multiforme.[xiii]

            Recientemente se publicó un caso anecdótico en la revista “Treating Yourself”. Se aplicó de forma tópica un extracto de cannabis en la mejilla y nariz de una mujer afectada por un cáncer de piel de células basales, la forma más común de cáncer de piel. Después de autoadministrarse de forma tópica durante 10 días extracto de cannabis, el cáncer desapareció.[xiv] Es interesante este tipo de aplicación porque se evita la psicoactividad producto de la absorción sistémica.

Cannabinoides como antineoplásicos; preguntas pendientes

            Hay diversos testimonios que indican que un uso periódico oral de resina de cannabis en dosis crecientes y por tiempo prolongado tendría eficacia curando el cáncer, es decir sería una suerte de quimioterapia con cannabinoides. No hay información sobre la farmacocinética y posibles efectos adversos de cannabinoides a dosis muy altas.

            Todos estos procesos están delineados, y el posible rol de los cannabinoides como antineoplásicos necesita ser explorada.





[i] Tashkin, Donald P. et al. Marijuana Use and Lung Cancer: Results of a Case-Control Study, International Conference of the American Thoracic Society 2006.
[ii] Hashibe M, Morgenstern H, Cui Y, et al. Marijuana use and the risk of lung and upper
aerodigestive tract cancers: results of a population-based case-control study. Cancer
Epidemiolo Biomarkers Prev. 2006;15:1829-1834.
[iii] Liang C, McClean MD, Marsit C et al. A population-based case-control study of marijuana use and head and neck squamous cell carcinoma. Cancer Prev Res. 2009;2:759-768.
[iv] Munson AE, Harris LS, Friedman MA, Dewey WL, Carchman RA: Antineoplastic activity of cannabinoids. J Natl Cancer Inst. 1975.
[v] Guzman M et al, Inhibition of glioma growth in vivo by selective activation of the CB(2) cannabinoid receptor. Cancer Res. 2001
[vi] Guzman M et al,  Inhibition of skin tumor growth and angiogenesis in vivo by activation of cannabinoid receptors. J Clin Invest. 2003
[vii] Nagarkatti M et al: Targeting CB2 cannabinoid receptors as a novel therapy to treat
malignant lymphoblastic disease. Blood. 2002
[viii]  Guzman M. Cannabinoids: potential anticancer agents. Nat Rev Cancer 2003;3(10):745–55.
[ix]  Galve-Roperh I, Sanchez C, Cortes ML, del Pulgar TG, Izquierdo M, Guzman M. Anti-tumoral action of cannabinoids: involvement of sustained ceramide accumulation and extracellular signal-regulated kinase activation. Nature Med 2000;6:313–9.
[x] Gomez del Pulgar T, Velasco G, Sanchez C, Haro A. De novosynthesized ceramide is involved in cannabinoid-induced apoptosis. Biochem J 2002;363:183–8.
[xi] Sami Sarfaraz, et al: Cannabinoids for Cancer Treatment: Progress and Promise, Cancer Res 2008; 68: (2). January 15, 2008

[xii]  (Mukhopardhyay P, et al. Free Radic Biol Med, 2009 Dec 4.)
[xiii] (Torres S, et al. Mol Cancer Ther 2011;10(1):90-103.)
[xiv] Robert Melamede, Ph.D., A Cure for Cancer? Biology Dept., UCCS, Cannabis Science Inc., Phoenix Tears Foundation, treating yourself Nº 28 spring 2011

domingo, 6 de mayo de 2012

Políticas de drogas y Derechos Humanos en Argentina y Latinoamérica: buscando autonomía y libertad.


Pablo A. Ascolani

Secretario de AREC





La criminalización del consumo de drogas ha resultado inefectiva en relación con los objetivos que persigue, la disminución de la oferta y la demanda. El endurecimiento de las políticas públicas sobre sustancias ilícitas ha agravado todos los problemas relacionados con el abuso de drogas, aumentando el deterioro social producto de la  corrupción del Estado, las redes criminales en constante crecimiento, récord de encarcelamientos, discriminación, marginación y exclusión. Los países que han adoptado políticas decriminalizadoras han tenido mejores resultados en relación a la disminución del abuso de sustancias, como Portugal, Holanda o Uruguay. Si bien hubo polémica en un inicio sobre la conveniencia de la despenalización y reducción de daños en esos países, ya no existe  ninguna polémica sobre recriminalizar el consumo de estupefacientes. Según un estudio de la OMS, no hay una correlación simple entre el consumo de cannabis y las distintas políticas sobre drogas; "el consumo de drogas no está distribuido de manera uniforme y no está relacionado de manera directa con las distintas políticas sobre drogas, ya que los países con leyes estrictas respecto a las de drogas ilegales no tienen niveles más bajos de consumo que aquellos más liberales”.[1]

En su informe publicado en el año 2010 la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) recomendó no penalizar a los usuarios de drogas y aconsejó “políticas centradas en la salud”.[2]



En Argentina, la desinformación sobre el tema de las sustancias ilícitas producto de un devenir legislativo signado por Lopez Rega, la dictadura cívico militar y el neoliberalismo menemista produjo una desproporción, un enorme fantasma de subjetividades entretejidas por el miedo. La educación y la información son fundamentales para llevar  proporcionalidad a la visión social del consumo de sustancias ilegales. Recuperar la noción de “Phármakon”, común a Hipócrates, Teofrasto y Galeno, de que las drogas no son buenas o malas, sino “espíritus neutros”, que componen de diversa manera de acuerdo al individuo y la ocasión.



La relación simbólica de carácter negativo que existe entre el hombre y las sustancias ilícitas que prevalece en nuestra sociedad, fue catalizada por estados Unidos a principios del siglo pasado, pero hunde sus raíces en los albores de la cultura, en el fin del matriarcado y triunfo del patriarcado. Este cambio de status quo primigenio rompió la relación del hombre con la naturaleza, las plantas y las modificaciones en la conciencia que se generan en su interacción. Esta relación que se despliega en la cultura está fundada en prejuicios y estereotipos, es funcional al poder establecido y reproduce situaciones de vulneración de los derechos humanos.



La división actual entre fármacos legales y sustancias ilegales obedece a determinados intereses hegemónicos (imperiales/corporativos), forjados en la dialéctica de la historia y la geopolítica, no tienen que ver directamente con las cualidades farmacológicas de las sustancias. Es una división que deriva de los actores institucionales y no de la naturaleza en sí de las drogas como objeto.



Sobre esta clasificación irracional se emplazó el concepto de la criminalización del usuario. En pos de la salud pública se somete a la fuerza de policía al usuario de sustancias ilícitas con el argumento paternalista de proteger su salud y la de la sociedad en abstracto. Claramente, si al usuario de una sustancia ilícita muy tóxica como el paco o la metanfetamina lo detengo y lo imputo con una causa penal por su consumo, agravo el daño que en sí le produce el tóxico. Al quebranto orgánico de la droga le agrego el quebranto social de su estigmatización que en el peor de los casos puede terminar en encarcelamiento, impidiéndole además el acceso a la salud, vulnerando sus derechos humanos.

La actual división entre drogas legales e ilegales en la “lista de sustancias controladas” impuesta por estados unidos al resto del mundo, sabemos hoy que en gran medida puede considerarse arbitraria desde una perspectiva científica - sociológica. Las drogas colocadas en la Lista I tienen a) alto potencial de abuso b) no tienen uso médico aceptado en USA c) hay ausencia de seguridad en el uso bajo supervisión médica. El cannabis y otras drogas que no comparten estas características están situadas en esta lista. (con contadas variaciones en algunos países)



La prohibición del consumo de sustancias ilícitas aumenta el daño de los tóxicos en sí, de manera que es ineficaz para disminuir el consumo y no tiene que ver directamente con la toxicidad real o ficticia de las drogas. Es conveniente quedarse con el concepto de que cuanto más tóxica es una dorga de consumo humano peor es el resultado de su prohibición, teniendo al alcohol y la ley seca como ejemplo histórico. Pero es interesante analizar la arbitrariedad de esta división, que se revisa en diversos estudios. En uno llamado “Desarrollo de una escala racional para evaluar el daño de drogas de abuso” el Cannabis se encuentra numero 11 en la lista, bastante detrás del alcohol, situado en el puesto 5, o el tabaco en el 7. Esta escala divide el daño potencial en físico, a corto y a largo plazo, el potencial de dependencia, psíquico o físico o el daño social y los costos en salud.[3] Incluso evaluando que la ilegalidad de la sustancias aumenta el daño social devenido de su consumo y por ende el escore total de la  lista (por la estigmatización y las consecuencias legales, no por motivos estrictamente farmacológicos),  es claro hoy que el consumo de Cannabis y otras sustancias incluídas en la lista 1 como los enteógenos[4], es más seguro que el de otras drogas en relación a los riesgos para la salud que representan.



El cannabis y los psicodélicos tradicionales o enteógenos tienen escasa toxicidad, tanto sobre el sistema nervioso –no son neurotóxicas- como sobre el resto del organismo y márgenes de seguridad tan altos que no se registran muertes por toxicidad aguda de ninguna de estas sustancias. No producen dependencia física, ni en general dependencia psíquica (no producen síndrome de supresión, ni conductas de autoadministración). ¿Porque el imperio y las corporaciones persiguen estas sustancias con la venia de la instituciones y países involucrados en el sostén del status quo político-económico global?

Una respuesta posible es que el uso de estas sustancias promueve valores morales y actitudes que no son bienvenidas en la sociedad de mercado capitalista. Se temen y sospechan determinados estados mentales que conducen a instancias de cuestionamiento.



Por ello, el estado de las cosas en relación a las drogas hoy ilegales, no es a causa sólo del motivo económico del narcotráfico, o de dominio político-militar que habilita la guerra contra las drogas. Hay una disputa por una autonomía de conciencia reñida con los moldes estrechos del sistema.



De esta división falaz se desprende que alguien condene con el estigma de la insalubridad a un usuario de cannabis (de la que no hay ninguna muerte directa en la historia de la medicina, y sus efectos adversos son incomparablemente menores que drogas de uso común), siendo el acusador, por ejemplo, usuario de tabaco (que produce mas de 42.000 muertes anuales en Argentina) o alcohol (8000 muertes).[5]

Recientemente dos estudios dieron resultados sorprendentes: por un lado fumar marihuana tiene un efecto protectivo sobre el cáncer escamoso de cabeza y cuello, es decir disminuye la incidencia de este tipo de cáncer.[6] En otro estudio poblacional se observó que, ajustando posibles factores de confusión como los socioeconómicos, laborales y comorbilidades, los usuarios de Cannabis tienen una prevalencia menor (ajustada a la edad) de diabetes mellitus.[7] Por otro lado la regulación del acceso al cannabis está relacionado con una disminución del consumo de alcohol y esto finalmente con una disminución de la cantidad de colisiones vehiculares. "Nuestra investigación sugiere que la legalización de la marihuana terapéutica reduce las muertes al volante a través de la reducción del consumo de alcohol” El estudio citado examinó el consumo de cannabis en tres estados donde se legalizó el cannabis medicinal a mediados de la década de 2000, Montana, Rhode Island y Vermont. No hubo evidencia de un aumento entre menores de consumo de cannabis.[8] Son este tipo de sorpresas que produce la ciencia, sumada a los resultados estadísticos positivos de las políticas de drogas descriminalizadoras, que cuestionan fuertemente supuestos establecidos, entre ellos la división entre drogas legales e ilegales, sustentadas únicamente posicionamientos políticos sostenidos por la inercia de una moral contradictoria y perimida.

Si efectivamente, al regular el acceso, hay reemplazo de alcohol o tabaco por Cannabis, es muy posible que descienda la morbi-mortalidad en Argentina, sea por efecto de los cannabinoides y/o por disminución del consumo de sustancias muy tóxicas como alcohol o tabaco, y los daños directos o indirectos que estas producen.



Al poner el acento en la personificación y demonización de la droga y el “combate” de la “guerra contra las drogas”, se desvía la atención de una posible solución más compleja, basada en la prevención, la inclusión social mediante la educación, el trabajo, el libre acceso a la información, la justicia social, salud, disminución de la brecha entre ricos y pobres, y otras variables. El origen de la adicción es multicausal y una de las formas de intervenir sería mediante la corrección de los desajustes socioeconómicos de la sociedad contemporánea.

Pero aún en las condiciones ideales de vida, el ser humano recurre a determinadas sustancias (algunas de ellas prohibidas), por motivos diversos, desde narcisismo y disfrute estético, búsqueda de paz o de energía, o reconexión con lo espiritual o lo ancestral, como lo ha hecho a lo largo de su historia. Que utilice una droga ilícita no convierte al individuo en un adicto, ya que fármacos legales tienen una potencial toxicidad y dependencia  incomparablmente mayor que algunas sustancias prohibidas.



El objetivo de terminar con el narcotráfico en respeto de los derechos humanos lleva indefectiblemente a preguntarnos sobre como solucionar la problemática del acceso a las sustancias hoy ilegales. Los Estados Latinoamericanos deben idear formas de regular el acceso en forma de bloque regional utilizando organismos internacionales como la CELAC para ello. Es claro que la regulación de todas las drogas es la única manera de terminar con el narcotráfico, y es una tarea que involucra a múltiples actores de la región. En el caso del cannabis, el autocultivo personal y también colectivo, en forma de asociaciones de autocultivadores sin fines de lucro, puede contener buena parte de la demanda. En el caso de otras drogas, los Estados y las organizaciones sociales deben darse un debate profundo para imaginar maneras posibles de regulación: desde clubes cerrados de consumidores que producen determinada droga para consumo personal sin fines de lucro y con fiscalización estatal, hasta producción, distribución y venta a través de farmacias regulares o especializadas. En el caso de la producción con fines de lucro, la participación de parte del Estado puede pensarse desde una fuerte regulación hasta el control total del proceso de producción, distribución, e incluso venta a través de dispositivos especializados. Esta aproximación, que puede resultar escandalosa para algunos, sería una manera efectiva en que el estado puede abordar al consumidor problemático, contenerlo, brindarle escucha y un canal que pueda vehiculizar las carencias que intenta llenar con sustancia, además de hacerlo visible y posibilitar su integración social.

           

Argentina es un ejemplo para el mundo en relación a la jerarquización y desarrollo de Derechos Humanos, el juzgamiento de los crímenes de la última dictadura cívico-militar, la procura de verdad, memoria y justicia. Es éste el momento donde el espíritu de los tiempos nos desafía a buscar nuevas formas de regular la relación de nuestros pueblos con las sustancias psicoactivas. Y es aquí donde Argentina, en virtud del resurgimiento de la política y el acrecentamiento de la autoconciencia nacional, tiene la oportunidad histórica de idear y producir políticas de drogas que den el marco a formas de relación más racionales, eficaces  y respetuosas de los derechos humanos.



[3] Nutt et al., “Development of a Rational Scale to Assess the Harm of Drugs of Potential Misuse”, The Lancet, Vol. 369, Issue 9566, 24 de marzo de 2007
[4] "Sustancias cuya ingestión altera la mente y provoca estados de posesión extática y chamánica. En griego, entheos significa literalmente "dios (theos) adentro", y es una palabra que se utilizaba para describir el estado en que uno se encuentra cuando está inspirado y poseído por el dios, que ha entrado en su cuerpo. Se aplicaba a los trances proféticos, la pasión erótica y la creación artística, así como a aquellos ritos religiosos en que los estados místicos eran experimentados a través de la ingestión de sustancias que eran transustanciales con la deidad. En combinación con la raíz gen-, que denota la acción de "devenir", esta palabra compone el término que estamos proponiendo: enteógeno. C.A.P. Ruck, J. Bigwood, J., D. Staples, R.G. Wasson y J. Ott, Journal of Psychedelic Drugs, vol. II, núms. 1 y 2, enero-junio 1979"
[5] Mortalidad asociada al consumo de drogas en Argentina, 2004, 2005 y 2006, Observatorio Argentino de Drogas, Area de Investigaciones, SEDRONAR, Junio 2008
[6] Liang C, McClean MD, Marsit C et al. A population-based case-control study of marijuana use and head and neck squamous cell carcinoma. Cancer Prev Res. 2009;2:759-768.
[7] Rajavashisth TB, Shaheen M, Norris KC, Pan D, Sinha SK, Ortega J, Friedman TC.
Decreased prevalence of diabetes in marijuana users: cross-sectional data from
the National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) III. BMJ Open. 2012
Feb 24;2:e000494. Print 2012. PubMed PMID: 22368296; PubMed Central PMCID:
PMC3289985.
[8]D. Mark Anderson, Daniel I. Rees, Medical Marijuana Laws, Traffic Fatalities, and Alcohol Consumption, IZA DP No. 6112, November 2011

Crítica del Proyecto de Reforma Integral de la Ley de Estupefacientes presentado por el Senador Aníbal Fernández


RESUMEN

El proyecto de ley del Senador Aníbal Fernández intenta llevar equidad y justicia a esta área de la cuestión criminal, el tráfico ilícito de estupefacientes. El proyecto no es sólo una modificatoria de la ley 23.737, sino una reforma integral de todos sus artículos En ella da cuenta de una serie de falencias y discrecionalidades reflejadas en la ley 23.737 que vulneran la Constitución Nacional y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El Cannabis puede diferenciarse de las otras drogas ya que el usuario puede autoabastecerse. Pero al no aclarar cantidades, deja en inseguridad jurídica a todos los ciudadanos que cultivan para su consumo personal.

Para resolver esta contradicción se debe modificar la letra de la ley para que el cultivo sólo sea penado en caso comprobado de comercialización.

En el caso de que se apruebe sin modificaciones, implementar una aplicación racional de la tenencia para consumo, donde los autocultivadores puedan poseer 8 metros cuadrados de canopea (superficie de follaje). Estos 8 metros cuadrados una vez cosechados producen 1,4 kg de marihuana para abastecer el consumo anual y por ende, la máxima cantidad de acopio permitido para un autocultivador.

Los Clubes Sociales de Cannabis son una opción viable para regular el acceso a los consumidores y de esta manera atacar eficazmente los ingresos del narcotráfico.

El consumo en el ámbito público, la entrega a título compasivo y la posibilidad de penas alternativas a las mulitas deben ser debatidas en el congreso porque el actual proyecto de ley vulnera los derechos humanos del consumidor de sustancias ilegales.

La Asociación Civil Rosarina de Estudios Culturales celebra el Proyecto de Reforma Integral de la Ley de Estupefacientes presentado por el Senador Aníbal Fernández que recoge el fruto de las acciones políticas de las Organizaciones Sociales, de las Instituciones del Estado que recuperan su valor simbólico y fáctico como la Honorable Corte Suprema de Justicia de la Nación, así como la conformación de la “Comisión Científica sobre Políticas Públicas de Prevención y Control del Tráfico de Drogas” que sostuvieron muchos años de trabajo sobre la problemática de las drogas y su legislación sin dejar de mencionar la revisión técnica realizada por el equipo actual de la Sedronar.

Consideramos que el proyecto intenta llevar equidad y justicia a diversas área de la cuestión criminal vinculada a la problemática de las drogas que aqueja actualmente a las sociedades del mundo.

Es un mérito que dicho proyecto que no es una modificatoria de la ley 23.737, sino una reforma integral de todos sus artículos, derogando por completo la ley actual Nº 23.737, la Ley Nº 26.052 y el artículo 10 de la Ley Nº 24.316, en lo referente a la Ley Nº 23.737  y proponiendo una nueva ley.

En ella da cuenta de una serie de falencias y discrecionalidades reflejadas en la Ley 23.737 que vulneran la Constitución Nacional y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Plantea una nueva proporcionalidad de las penas para los diferentes delitos vinculados al tráfico de estupefacientes, modera la figura del agente encubierto, quita el tratamiento compulsivo, y agrega algunas cláusulas positivas como el resguardo de las políticas de reducción de daños, además de despenalizar la tenencia de pequeñas cantidades de sustancias y, racionalmente, el compartirlas en el momento del consumo.

Más allá del esfuerzo realizado por el Senador Aníbal Fernández, encontramos que estas modificaciones positivas no son suficientes para terminar con la inseguridad jurídica que sufren muchos usuarios de drogas ilícitas, en particular de los que cultivan cannabis para su consumo personal.



            La marihuana o Cannabis Sativa L., se diferencia de las otras drogas ilegales en que es posible cultivarla y lograr abastecer el consumo propio, permitiéndole al usuario no recurrir al mercado negro para acceder a la sustancia. De esta manera se deja de financiar al narcotráfico y el consumidor accede a un compuesto puro sin degradaciones, adulterantes o agrotóxicos. El conflicto con el proyecto es que despenaliza el autocultivo para consumo personal pero no define cantidades.

Desde AREC consideramos vital que se modifique la letra del actual proyecto presentado por el Senador A. Fernández. De no poder lograr una mejora en la letra del mismo se debería definir su aplicación claramente para que las personas que cultiven no sufran la inseguridad jurídica a la que son sometidos actualmente.

Las dos posibilidades de configurar una ley más eficaz y eficiente para los fines perseguidos y que no entre en conflicto con los Derechos Humanos son:



A) Modificar la letra del proyecto de ley, o

B) Determinar claramente su aplicación.



A) Propuesta para modificación de la letra del proyecto de ley:

Que se modifique el inciso a) del artículo 1 quedando de la siguiente manera:

Siembre o cultive plantas destinadas a producir o fabricar estupefacientes cuando por su cantidad y otras pruebas objetivas, indiquen inequívocamente que la tenencia es para la comercialización. No serán consideradas factibles de producir estupefacientes las variedades de Cannabis Sativa L. para uso industrial con contenido menor al 0,2% de THC y por ende eximidas del alcance de esta ley y sujetas a autorización y regulación por parte del Ministerio de Agricultura. Quedarán también exentos los cultivos a gran escala que se realicen para la elaboración de productos terapéuticos de utilización médica. Las plantaciones o cultivos, en tales casos, deberán ser autorizados y fiscalizados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería y el Ministerio de Salud.



El requerimiento de pruebas objetivas que indiquen comercialización obliga a que haya una investigación previa. Como el delito es el cultivo que se realiza en un inmueble, en esa circunstancia la posibilidad de recabar pruebas es sencilla y no daría lugar para la inseguridad de aquellos que cultiven para el consumo personal.



De la misma manera planteamos la excepción para el cultivo industrial y sus diferentes subproductos. El cáñamo industrial es cultivado en Alemania, Canadá, China, Francia, Inglaterra, Japón, Corea, países de Europa del Este y el único país latinoamericano que realiza esta práctica es Chile, siendo un recurso estratégico aplicable en numerosas áreas de la industria, desde los textiles hasta la construcción.

También proponemos la habilitación de la investigación científica con sustancias actualmente prohibidas bajo las correspondientes autorizaciones del Estado. Actualmente el Cannabis de grado medicinal es accesible legalmente en Canadá, Holanda, España, Reino Unido y 16 estados de EEUU.

La comercialización de semillas no debe estar penada, sino regulada por el Estado. El artículo que mencionamos anteriormente (inciso a) del artículo 1) penaliza la tenencia de semillas para comercialización, con lo que no estamos de acuerdo, y por eso las omitimos en nuestra propuesta de modificación. Las semillas no se encuentran entre las sustancias prohibidas en el  Articulo 1 de la convención de la ONU de 1961, son excluidas de manera explícita: “Por “"Cannabis" se entiende las sumidades, floridas o con fruto, de la planta de la Cannabis (a excepción de las semillas y las hojas no unidas a las sumidades) de las cuales no se ha extraído la resina, cualquiera que sea el nombre con que se las designe”.  Tampoco sería violatorio de otros  tratados internacionales. Así como en la ley 20.000  de drogas de Chile, donde se delega esta responsabilidad en el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), en nuestro país sería el  SENASA  el organismo del Estado, en todo caso, el que debería tener que regular la producción y venta de semillas de Cannabis. Sus usos industriales son una fuente inestimable de recursos para el Estado y de satisfacción de vida para los ciudadanos argentinos y demás personas que habiten este país, por la creación de fuentes laborales, reducción del impacto ambiental y versatilidad de sus usos.





El proyecto incluye una aclaratoria en el artículo 2 que reza: “No son punibles las acciones prescriptas en el inciso a) del artículo anterior cuando por su escasa cantidad y demás circunstancias surgiera que están destinadas al consumo personal y no se ponga en peligro la salud de terceros”.  De poderse modificar el inciso a) del artículo 1 y  agregarle que  “cuando por su cantidad y otras pruebas objetivas, indiquen inequívocamente que la tenencia es para la comercialización”, sacaríamos de la inseguridad jurídica a todos los autocultivadores y no sería necesaria dicha aclaratoria.





B) Reglamentación y fiscalización de cultivos para autoconsumo.

De no poder modificar la letra de la ley, cabe definir claramente las cantidades equivalentes al consumo personal.

El consumo de Cannabis es variable, pero de la misma manera que es imposible autoabastecerse de tomates con una  planta en el balcón, el cultivo de marihuana tampoco puede resolverse de esa manera.

Los clubes sociales en España tienen una cuota de entre 2gr. y 4gr. por día, lo que resulta entre 14gr. y 28 gr por semana. El National Institute on Drug Abuse (NIDA) provee por prescripción 8,2 gr. diarios de Cannabis estandarizado a los pacientes del programa Compassionate Investigational New Drug (IND). La dosificación es de 57 gramos por semana, en forma de una lata de 300 cigarrillos ( de 0,82 +/- 0,1 gr cada uno) entregada mensualmente para administrar 10 por día. Según el testigo experto de la Corte suprema de California Chris Conrad, el consumo anual de un paciente sería unos 2,8 kg.[1]

Un cultivador promedio (no especializado) necesitaría unos 16 metros cuadrados para autoabastecer su uso medicinal. El uso recreativo promedio sería la mitad de la dosis medicinal, de manera que necesitaría 1,4 kg para su provisionamiento, y 8 metros cuadrados para obtenerlo.

Para legislar los límites del cultivo de acuerdo a su rendimiento no es conveniente utilizar el número de plantas. Una planta puede dar unos pocos gramos, o no dar nada (por ser macho, diversas pestes y problemas), del mismo modo que los cultivos de interior intensivos con luces de 1000 watts en contenedores de 250 kg de sustrato puede dar plantas de que superan ampliamente la expectativa de rendimiento de una planta común, incluso las crecidas en buenas condiciones en el exterior.

Al ser el rendimiento esperado por planta muy variable de acuerdo a su forma de cultivo (por ej. una maceta en el balcón o una planta en el campo) no se debe utilizar como referencia el número de plantas.  Un método de mayor eficacia es  la utilización de la “canopea” (superficie de follaje que hace sombra en el suelo cuando la luz esta perpendicular al mismo). Un metro cuadrado de follaje (canopea) puede estar compuesto por 16 plantas o más, o por una sola, o la fracción de una planta con una canopea mayor a 1 m2.  De acuerdo a esta estimación de los rendimientos, mucho más precisa que el número de plantas, un cultivador promedio necesitaría 8 metros cuadrados de canopea para producir 1,4 kg de marihuana, que es lo que va a consumir durante el año, y que debería ser el límite de acopio mínimo permitido para los cultivadores de exterior que hacen una cosecha anual. Si la persona acredita un uso terapéutico el acopio máximo sería de 2,8 kg.

Si hubiera más de un consumidor con domicilio legal en la misma locación, el límite de dos jardines, uno personal por cada usuario adulto (dos jardines en total), o un jardín para un usuario terapéutico. Dos jardines de 8m2 o uno de 16 m2 es  una cifra razonable, aunque limitante y que implica acelerar los mecanismos para lograr un acceso regulado, como los Clubes Sociales de Cultivo.

Desarrollar estas técnicas de fiscalización de cultivos, es esencial para avanzar en los Clubes Sociales de Cultivo. Según este modelo desarrollado en España la producción de Cannabis se realiza en un círculo cerrado de personas adultas previamente consumidoras que, mediante la conformación de cooperativas de cultivo sin fines de lucro, producen la cantidad necesaria para sus socios. Todo esto dentro de las regulaciones fiscales pertinentes.

Este tipo de Organización Social es una fuente de acceso posible para un número mayor de consumidores que los que puedan abastecerse con un cultivo personal. Estamos convencidos que el Estado debe ser un actor principal en regular la producción y distribución de Cannabis y el funcionamiento de este tipo de emergente social mediante una oficina tanto a nivel Nacional como Provincial que lleve registro y fiscalización del funcionamiento de los Clubes.



Otras Recomendaciones



El consumo en el ámbito público es motivo de debate: Desde AREC adherimos a las posiciones que sostienen que el consumo de sustancias psicoactivas en la vía pública no debería ser penado. Por un lado porque se atenta contra la libertad de los que, no teniendo lugar donde vivir, consumen sustancias ilegales, siendo ésta una medida discriminadora y clasista, además de inefectiva, porque penarlo no disminuye el consumo pero si puede agravar aún más sus condiciones de vida.

Estando penada la apología y la ostentación, en el Artículo 9 debería retirarse trascendencia al público para evitar esta conflictividad, quedando de la siguiente manera: “Artículo 9º: Usar estupefacientes con ostentación ante terceros será penado con prisión de SEIS (6) meses a TRES años. (...)”

El uso de sustancias ilícitas en la vía pública y sin ostentación debería ser tan solo una contravención, del mismo modo que el alcohol en todo caso, por más que esta opción no supere el hecho de discriminar al que no tiene vivienda, ni la carga económica en alguien vulnerable. Una normativa como la ley anti tabaco, que considera una contravención el consumo en espacios cerrados, puede ser adecuada para el Cannabis.

Siguiendo esta lógica, pensamos que si dos personas consumen en la vía pública, pero sin hacer ostentación ni relacionarse con terceros, están en realidad en una esfera privada, en una situación de intimidad.

Aquí, en parte anida la lucha por las libertades individuales, y creemos que es un paso importante para disminuir el estigma y la demonización que termina fomentando el abuso.





En relación a la entrega de estupefacientes a título compasivo y gratuito, no debería ser penado, de no mediar comercialización. Contextualizando la situación, un paciente terapéutico que no posee la capacidad, espacio o demás requerimientos para llevar adelante un cultivo de Cannabis y que encuentra en la donación compasiva o entrega gratuita de familiares o amigos la única manera de obtener su medicina. Quien hace la donación a título compasivo no debería ser sancionado.



Es promisoria la diferenciación de las penas para las llamadas mulas, pero pensamos que el máximo de seis años es excesivo. Dichos actores sociales son infractores y víctimas al mismo tiempo del narcotráfico y de la socio-economía pauperizada por dictaduras y neoliberalismo. Junto con esto, son el eslabón más vulnerable de cadenas de narcotráfico con volúmenes pequeños de sustancia y por esta causa terminan siendo presa fácil de nuestro sistema policial y sin duda son los ocupantes numero uno de instituciones reclusivas próximas a la fronteras.

Entendemos que la complejidad de la temática de las mulitas necesita una aproximación multidisciplinaria que investigue la posibilidad de otros mecanismos de resarcimiento a la sociedad, como trabajo comunitario, siempre que el juez determine la vulnerabilidad por un lado, y el deseo de reinserción del imputado, por el otro.



Conclusiones



El Cannabis puede diferenciarse de las otras drogas, ya  que el usuario puede autoabastecerse. Para ello se debe: 



A) modificar la letra de la ley para que su cultivo sólo sea penado en caso comprobado  de comercialización.



O en el caso que se apruebe sin modificaciones:



B) Implementar una aplicación racional de la tenencia para consumo, donde los autocultivadores puedan poseer 8 metros cuadrados de canopea (superficie de follaje). Estos 8 metros cuadrados una vez cosechados producen 1,4 kg de marihuana que debe ser por ende la máxima cantidad de acopio permitido para un autocultivador.



Como la dosificación de usuarios terapéuticos es mayor, el Estado debería tomar las riendas en proveer Cannabis de grado medicinal. En su defecto deberían ser los clubes sociales, como organización sin fines de lucro, con una fuerte fiscalización del Estado, los encargados de proveer el acceso al Cannabis. Dadas las exigencias del espacio requerido para producir estas cantidades, y la experiencia para lograr resultados sostenibles en el tiempo, el club social de Cannabis puede ser una buena opción a falta de involucración más directa del Estado.

Pensamos que en nuestro país debemos tener cuidado en cómo se reglamenta, y como mencionamos previamente, debería haber una oficina estatal encargada de fiscalizar los clubes de cultivo para evitar que se produzca un uso espurio de esta figura.



            La búsqueda de terminar con el narcotráfico en respeto de los derechos humanos lleva indefectiblemente a preguntarnos sobre cómo solucionar el tema del acceso a las sustancias hoy ilegales. La responsabilidad ahora está, además de en el Estado Argentino, en los organismos internacionales como la CELAC o la UNASUR que ideen formas de regular el acceso. Es claro que la regulación de todas las drogas es la única manera de terminar con el narcotráfico, y es una tarea que involucra a múltiples actores de la región. En el caso del cannabis, el cultivo personal y también colectivo, en forma de asociaciones de autocultivadores, puede contener buena parte de la demanda. En el caso de otras drogas, los estados y las organizaciones sociales deben darse un debate profundo para imaginar maneras posibles de regulación: desde clubes cerrados de consumidores que producen determinada droga para consumo personal sin fines de lucro y con fiscalización estatal, hasta producción, distribución y venta a través de farmacias regulares o especializadas. En el caso de la producción con fines de lucro la participación en estos procesos por parte del estado puede pensarse desde una fuerte regulación hasta el control total del proceso de producción, distribución, e incluso venta a través de dispositivos especializados. Esta aproximación, que puede resultar escandalosa para algunos, sería una manera efectiva en que el estado puede abordar al consumidor problemático, contenerlo, brindarle un canal que pueda vehiculizar las carencias que intenta llenar con sustancia, además de hacerlo visible y posibilitar su integración.



APÉNDICE

Efectos del consumo y del acceso regulado al Cannabis sobre los indicadores de salud en la población.

El Cannabis, como cualquier droga, obedece al principio del phármakon, veneno o medicina dependiendo de la dosis, aunque su toxicidad es muy baja. Se pueden desarrollar patrones de uso problemático y de adicción, pero es muy baja la proporción de consumidores que los desarrolla, y los daños potenciales son mucho menos graves, que los asociados con el alcohol o el tabaco. [i]
Según el Estudio “Desarrollo de una escala racional para evaluar el daño de drogas de abuso” el Cannabis se encuentra numero 11 en la lista, bastante detrás del alcohol, situado en el puesto 5, o el tabaco en el 7. La Heroína y la cocaína encabezan la lista en 1er y 2do puesto. Esta escala divide el daño potencial en físico, a corto y a largo plazo, el potencial de dependencia, psíquico o físico o el daño social y los costos en salud. [ii]  Incluso evaluando que la ilegalidad de la sustancias aumentaría el daño social devenido de su consumo,  es claro hoy que el consumo de Cannabis es más seguro que el de otras drogas en relación a los riesgos para la salud.
            Estudios poblacionales recientes indican que, contrariamente a lo que se pensaba, el consumo de Cannabis está relacionado con una disminución de la incidencia de cáncer escamoso de cabeza y cuello, así como de diabetes mellitus. En un estudio realizado para determinar la asociación entre la diabetes mellitus y el uso de Cannabis incluyendo 10.896 participantes del National Health an Nutrition Examination Survey (NHANES III) conducido por el National Center for Health Statics of the Centers for Disease Control and Prevention, se observó que, ajustando posibles factores de confusión como los socioeconómicos, laborales y comorbilidades, los usuarios de Cannabis tienen una prevalencia menor (ajustada a la edad) de diabetes mellitus.[iii]. También hay un estudio poblacional caso-control extenso que indica que el fumar Cannabis disminuye de manera estadísticamente significativa la incidencia de cáncer de células escamosas de cabeza y cuello, o sea que fumar marihuana tiene un tipo de actividad protectiva contra este tipo de cáncer. [iv]
También se ha registrado en los estados de USA donde se reguló el acceso, que efectivamente se produce un reemplazo del consumo de alcohol por Cannabis, y que esto repercute en un descenso de las muertes por choques automovilísticos en un 9%.[v] También en dichos estados disminuyeron en un 5% los suicidios (con descenso mayor en la tasa ajustada por edad de 19 a 29 años del 11%), aunque falta información para determinar si este descenso es efecto del Cannabis, del descenso de consumo de alcohol o de ambas cosas.[vi]
Los datos que arroja la ciencia cuestionan la división entre fármacos legales y sustancias ilegales, diferencia, forjada en la dialéctica de la historia y la geopolítica, que no tiene que ver directamente con las cualidades farmacológicas de las sustancias. Es una división que deriva de los actores institucionales y no de la naturaleza en sí de las drogas como objeto. De esta división falaz se desprende la condena con el estigma de la insalubridad a un usuario de Cannabis (de la que no hay ninguna muerte por intoxicación aguda  o crónica en la historia de la medicina, y sus efectos adversos son menores que drogas de uso común), normalizando el consumo de tabaco (que produce más de 40.000 muertes anuales en Argentina) o alcohol (8000 muertes).[vii]
Si efectivamente, al regular el acceso, hay reemplazo de alcohol o tabaco por Cannabis, es muy posible que descienda la morbi-mortalidad en Argentina, sea por efecto de los cannabinoides y/o por disminución del consumo de sustancias muy tóxicas como alcohol o tabaco, y los daños directos o indirectos que estas producen.


[i] David J Nutt, Leslie A King, Lawrence D Phillips, on behalf of the Independent Scientific Committee on Drugs, “Drug harms in the UK, A multicriteria decision analysis”, The Lancet, Vol. 376, Issue 9752, 6 de noviembre de 2010. 1 de noviembre de 2010
[ii] Nutt et al., “Development of a Rational Scale to Assess the Harm of Drugs of Potential Misuse”, The Lancet, Vol. 369, Issue 9566, 24 de marzo de 2007
[iii] Rajavashisth TB, Shaheen M, Norris KC, Pan D, Sinha SK, Ortega J, Friedman TC.
Decreased prevalence of diabetes in marijuana users: cross-sectional data from
the National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) III. BMJ Open. 2012
Feb 24;2:e000494. Print 2012. PubMed PMID: 22368296; PubMed Central PMCID:
PMC3289985.
[iv] Liang C, McClean MD, Marsit C et al. A population-based case-control study of marijuana use and head and neck squamous cell carcinoma. Cancer Prev Res. 2009;2:759-768.
[v] Daniel I. Rees, et al., Medical Marijuana Laws, Traffic Fatalities, and Alcohol Consumption. IZA Discussion Paper No. 6112, November 2011
[vi] Anderson, D. M., et al., High on Life? Medical Marijuana Laws and Suicide. IZA Discussion Paper No. 6280, January 2012.
[vii] Mortalidad asociada al consumo de drogas en Argentina, 2004, 2005 y 2006, Observatorio Argentino de Drogas, Area de Investigaciones, SEDRONAR, Junio 2008.








[1] Chris Conrad, Cannabis Yields and Dossage, California,Creative Xpression, 2010