Como
reflexionamos en estas dos jornadas, la guerra contra las drogas, y una de sus
características principales, la criminalización del consumo de sustancias
ilícitas, ha resultado inefectiva en relación con los objetivos explicitados,
la disminución de la oferta y la demanda. El endurecimiento de las políticas
públicas sobre sustancias ilícitas ha agravado el deterioro social relacionado
con la problemática manifiestado en la penetración
y corrupción del Estado por redes criminales en constante crecimiento, récord
de encarcelamientos, discriminación, marginación y exclusión. Los países que
han adoptado políticas decriminalizadoras han tenido mejores resultados en
relación a la disminución del abuso de sustancias, como Portugal, Holanda o
Uruguay.
Noam
Chomsky hizo esta reflexión recientemente, “No creo que la guerra contra las
drogas sea un fracaso: tiene un propósito diferente al anunciado”, dijo. La
guerra contra las drogas es todo un éxito para estados unidos y un rotundo y
sangriento fracaso para el resto. Un éxito que les permitió adquirir una
presencia político-militar global, y por otro lado controlar el flujo de dinero
procedente del narcotráfico por medio de la DEA y los bancos americanos, cuyo
control fiscal es laxo se y se afloja aún más ante la necesidad de dinero
fresco producto de la crisis económica mundial.
En
este momento histórico donde se revaloriza la política nacional y se avanza en
función de los intereses autónomos en aspectos económicos y sociales, y ya no
del dictado del FMI, el Banco Mundial o USA, vale la pena cuestionar la validez
de una guerra cuyos objetivos se tornan cada mas insostenibles y
contradictorios. Y la misma base en donde está sustentada esta guerra, las
listas de sustancias controladas. Esta división sitúa en la lista I las
sustancias más peligrosas, incluyendo aquí al cannabis y a los enteógenos[i],
sustancias de bajísima toxicidad, bajo potencial de abuso e interesante
potencial terapéutico en patologías para las que la ciencia hoy no tiene
respuesta.
El
porqué de esta irracionalidad radica en que la división actual entre fármacos
legales y sustancias ilegales obedece a determinados intereses hegemónicos del
imperio y la corporatocracia formados en la dialéctica de la historia y la
geopolítica, no tienen que ver directamente con las cualidades farmacológicas
de las sustancias. Es una división deriva de la conveniencia de los actores institucionales
y no de la naturaleza en sí de las drogas como objeto. La relación simbólica
producto de los intereses hegemónicos está fundada en prejuicios y
estereotipos, es funcional al poder establecido y reproduce situaciones de
vulneración de los derechos humanos.
En
Argentina, la desinformación sobre el tema de las sustancias ilícitas es
producto de un devenir legislativo signado por Lopez Rega, la dictadura cívico
militar y el neoliberalismo menemista. Producto de esto es la enorme
desinformación existente, y la educación laica y basada en evidencia son
fundamentales para llevar
proporcionalidad a la visión social del consumo de sustancias ilegales.
La
prohibición del consumo de sustancias ilícitas aumenta el daño de los tóxicos
en sí. Es conveniente quedarse con el concepto de que cuanto más tóxica es una
droga de consumo humano peor es el resultado de la prohibición de su consumo,
teniendo al alcohol y la ley seca como ejemplo histórico.
Aclarado que nuestra posición en no
penalizar el consumo de drogas independientemente de su toxicidad, en relación a
la división falaz de sustancias, nos vamos a referir a los cannabinoides. Estos
son compuestos eficaces y seguros para sus usos vigentes; nauseas y vómitos
asociados a quimioterapia, el aumento de ingesta calórica y peso en síndromes
de emaciación por cáncer avanzado y VIH y dolor neuropático y espasticidad
asociado a esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas que cursan con
esos síntomas. Esta eficacia y seguridad está probada de acuerdo a los
requerimientos de la ciencia actual, es decir mediante ensayos clínicos doble
ciego comparado con placebo o sustancia de referencia, randomizados o cruzados.
Instituciones de máxima jerarquía y expertos de todo el mundo lo avalan.
Uno de los estándares de derechos
humanos más importantes es el derecho a la salud. En mi práctica clínica todos
los días me enfrento con el sufrimiento de pacientes que podrían verse
beneficiados por el uso de cannabinoides. Ahora mismo mientras hablamos hay miles de compatriotas
argentinos sufriendo, cuyo dolor se podría ver aliviado. Las personas que van a
decidir sobre el acceso a la marihuana terapéutica no pueden perder de vista esto.
El estado debería
articular la producción de cannabis medicinal o extractos estandarizados de
cannabinoides y dispensarlos a través de sus efectores públicos a los pacientes
que lo necesiten. Una articulación entre universidades permitiría seguir
investigando sus usos, que no es atractivo para la industria farmacéutica
porque no se puede patentar estas sustancias que acompañan al hombre desde
siempre. En Argentina donde trabajamos seriamente sobre el uso racional de
medicamentos, y priorizamos los medicamentos esenciales, la marihuana tiene que
llegar a ser un medicamento esencial. Está comprobado que la marihuana de grado
medicinal es útil, eficaz y segura para tratar diversos síntomas. Ahora depende
del Estado que esté disponible y accesible, disponible en cualquier farmacia,
institución asistencial o centro de salud, y que haga además su precio
accesible, terminando de configurarse como medicamento esencial.
Llegado a este punto,
donde nos preguntamos sobre el eventual efecto del consumo de cannabis en
poblaciones, quería aclarar algunos puntos. No hay ninguna prueba científica de
que el cannabis produzca psicosis, y el estudio más importante que se hizo
sobre esa relación da un resultado negativo. Está contraidicado en psicóticos o
personas con alteraciones mentales, es una contraindicación. Pero si queremos
proteger a una población especial, mal hacemos prohibiendo. Es más sencillo
conseguir cocaína o marihuana que fármacos que se adquieren con triple receta
archivada.
Tampoco
fumar marihuana causa cáncer de pulmón ni epoc, de los que el tabaco es
principal causante. Pero de lo que les quería hablar de dos estudios
importantes, uno del 2009 que determina que fumar marihuana es protectivo ante
el cáncer escamoso de cabeza y cuello, es decir disminuye la incidencia de este
tipo de cáncer.[1] En otro estudio
poblacional se observó que, ajustando posibles factores de confusión como los
socioeconómicos, laborales y comorbilidades, los usuarios de Cannabis tienen
una prevalencia menor (ajustada a la edad) de diabetes mellitus.[2]
Estos datos aumentan la irracionalidad dela prohibición de una sustancia con
valiosos usos terapéuticos y toxicidad ínfima. Aquel que no haya leído sobre
estos temas en los último tres o cuatro años le recomiendo que lean la nota
“Cannabis y psicosis” y “cannabis y aparato respiratorio” de mi blog
cannabismedicinalargentina.blogspot.com donde encontrarán las fuentes de dichos
estudios.
Al
poner el acento en la personificación y demonización de la droga y el “combate”
de la “guerra contra las drogas”, se desvía la atención de una posible solución
más compleja, basada en la prevención, la inclusión social mediante la
educación, el trabajo, el libre acceso a la información, la justicia social,
salud, disminución de la brecha entre ricos y pobres, y otras variables. El
origen de la adicción es multicausal y una de las formas de intervenir sería
mediante la corrección de los desajustes socioeconómicos de la sociedad
contemporánea.
Pero
aún en las condiciones ideales de vida, el ser humano recurre a determinadas
sustancias (algunas de ellas prohibidas), por motivos diversos, desde
narcisismo y disfrute estético, búsqueda de paz o de energía, o reconexión con
lo espiritual o lo ancestral, como sabiamente consignó el doctor Calabrese el
día de ayer.
Argentina
es un ejemplo para el mundo en relación a la jerarquización y desarrollo de
Derechos Humanos, el juzgamiento de los crímenes de la última dictadura
cívico-militar, la procura de verdad, memoria y justicia. Es éste el momento
donde el espíritu de los tiempos nos desafía a buscar nuevas formas de regular
la relación de nuestros pueblos con las sustancias psicoactivas. Y es aquí
donde Argentina, en virtud del resurgimiento de la política y el
acrecentamiento de la autoconciencia nacional, tiene la oportunidad histórica
de idear y producir políticas de drogas que den el marco a formas de relación
más racionales, eficaces y respetuosas
de los derechos humanos.
Queda
en uds la tarea de actuar de acuerdo a la razón, a la ciencia y a la voluntad
del pueblo. Muchas gracias.
*
Lic. en Kinesiología y Fisiatría, Docente auxiliar de la Cátedra de Farmacología
en la Facultad de Kinesiología de UNSAM/IUGR. Autor de una tesina de grado,
“Cannabinoides y síntomas neurológicos: ¿La pieza faltante en la farmacología
clínica?” Secretario de AREC, y autor de artículos de divulgación científica
sobre marihuana medicinal y los cannabinoides como medicina.
[1]
Liang C, McClean MD, Marsit C et al. A population-based case-control study of
marijuana use and head and neck squamous cell carcinoma. Cancer Prev Res.
2009;2:759-768.
[2] Rajavashisth TB, Shaheen M, Norris
KC, Pan D, Sinha SK, Ortega J, Friedman TC.
Decreased
prevalence of diabetes in marijuana users: cross-sectional data from
the
National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) III. BMJ Open. 2012
Feb
24;2:e000494. Print 2012. PubMed PMID: 22368296; PubMed Central PMCID:
PMC3289985.
[i] "Sustancias cuya ingestión altera la mente y provoca
estados de posesión extática y chamánica. En griego, entheos significa
literalmente "dios (theos) adentro", y es una palabra que se
utilizaba para describir el estado en que uno se encuentra cuando está
inspirado y poseído por el dios, que ha entrado en su cuerpo. Se aplicaba a los
trances proféticos, la pasión erótica y la creación artística, así como a
aquellos ritos religiosos en que los estados místicos eran experimentados a
través de la ingestión de sustancias que eran transustanciales con la deidad.
En combinación con la raíz gen-, que denota la acción de "devenir",
esta palabra compone el término que estamos proponiendo: enteógeno. C.A.P. Ruck, J.
Bigwood, J., D. Staples, R.G. Wasson y J. Ott, Journal of Psychedelic Drugs,
vol. II, núms. 1 y 2, enero-junio 1979"
Gracias Pablo por llevar al senado la voz de los que comulgan "ilegalmente" con esta Maravilla de la naturaleza, ojalá la razón prevalesca por sobre el capital y a nuestros ilustres Senadores se les aclare el panorama permitiendole al resto de los Argentinos tener libre acceso a las bondades de ésta magnífica especie botánica!!! Gabriel Pérez del Solar
ResponderEliminarMuchas gracias pro el comentario Gabriel, un abrazo
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