martes, 30 de marzo de 2010

Cannabis y psicosis.

Por Pablo A. Ascolani



La guerra contra las drogas es una de las herramientas del imperio para mantener su influencia político-económica global. Para sostener esta guerra absurda, (y tal vez para evitar que la gente atisbe la dimensión de inclumplimiento y contradicción inherente al sistema), éste ha intentado convencer a la opinión pública de que fumar te vuelve loco. Desde los medios hegemónicos globales algunas veces recibimos como nueva una vieja noticia: existe una relación entre el uso de cannabis y la psicosis. El cannabis no va a volverte loco, pero encontrar la verdad detrás de las noticias sí. Desenredaremos el nudo.



Yo no quiero volverme tan loco.



Históricamente se ha planteado que el cannabis puede causar psicosis. Muy raramente, y en usuarios no habituados, el consumo de cannabis puede producir disforia, paranoia, pánico y otros síntomas semejantes a los de una psicosis florida. Estos efectos adversos se relacionan con el pico plasmático del principal metabolito activo, el 11-OH-THC, y desaparecen junto con la eliminación del organismo.

A pesar de ser ignorada por los medios masivos, la evidencia científica actual termina de evidenciar que no hay una relación causal entre el uso de cannabis y las enfermedades mentales.

El estudio más reciente, realizado por el National Instutes of Mental Health, la Universidad de Yale y varios hospitales estatales del estado de New York, evaluó si existe una conexión causal entre el uso de cannabis y el surgimiento temprano de síntomas de esquizofrenia. Concluye que, teniendo en cuenta las variables clínicas y demográficas, no hay una asociación significativa entre uso de cannabis y surgimiento temprano de esquizofrenia.

Una revisión sistemática de 2009 comparó incidencia y prevalencia de uso de cannabis con la incidencia y prevalencia de psicosis en el Reino Unido de 1996 a 2005. Los investigadores reportaron que la “incidencia y prevalencia de psicosis y esquizofrenia estaba estable o declinando” durante este período, mientras que el uso de cannabis entre la población general se estaba elevando.

Un metanálisis del 2005 reportó que el uso de cannabis moderadamente y a largo plazo “no va a producir daños mentales o físicos (…) A grandes rasgos por comparación con otras drogas usadas principalmente para propósitos `recreativos´, el cannabis puede ser considerado una droga relativamente segura”



La evidencia histórica en relación con el debate de causa-efecto es que no hay una mayor proporción de psicóticos en Canadá, EEUU o Jamaica –donde gran parte de la población consume cannabis- comparados con países como Suiza o Japón donde el consumo es extremadamente bajo. Asimismo en los 60´y 70´donde el cannabis tuvo enorme popularidad no hubo un aumento de este tipo de desórdenes.



¿El huevo o la gallina?



Desde hace años se trata de explicar la conexión epidemiológica existente entre el uso de cannabis y la psicosis, enfermedad cuya etiopatogenia permanece desconocida y combina la alteración somática con la simbólica. Esta conexión puede hallarse en varios aspectos relacionados con la constelación de eventos que configura el entorno de la psicosis y por propiedades farmacológicas probadas del cannabis:

a) factores socioculturales; hay numerosos factores de confusión –pobreza, historia familiar, politoxicomanía y otras comorbilidades; etc.- que relacionan el cannabis con la psicosis. Los pacientes psicóticos usan intoxicantes con más regularidad que el resto, incluyendo tabaco y alcohol, apareciendo la misma relación positiva con otras drogas de abuso. El hecho de tener que conseguir un intoxicante y su consumo gregario puede ser una forma para el paciente de romper con el encapsulamiento y escisión que se produce del sujeto con la realidad en la psicosis, más allá de sus posibles efectos se perciban como placenteros o aversivos.

b) factores farmacológicos; el Cannabidiol es un antipsicótico probado. Desde los años 70 se sabía que el cannabidiol (CBD) ejercía una acción moduladora sobre el THC, el más psicoactivo de los cannabinoides. A principios de los 90 se investigó y confirmó la actividad antipsicótica del cannabidiol en animales. Recientes estudios clínicos y pre-clínicos sugieren que el CBD es un efectivo, seguro y bien tolerado tratamiento alternativo para pacientes esquizofrénicos. Su eficacia sería comparable al haloperidol o la olanzapina, antipsicóticos de uso común. En otro se mostró igual de eficaz que el amisulprid, pero con menor incidencia de efectos secundarios.

La conexión de esta manera se ve reflejada en los efectos paradójicos de acuerdo a la composición THC/CBD; empeorar o mejorar los síntomas, e implica la obvia automedicación que realizaría un paciente psicótico al que el cannabis azarosamente por su composición puede aliviar.

Un estudio realizado en el Hospital Regional de Edmundston de Nuevo Brunswick, Canadá, con 8 hombres con esquizofrenia indicó "que el cannabis se utiliza como medio para satisfacer la necesidad relacionada con la esquizofrenia de relajación, de aumento de la autoestima y de distracción." Se utilizó entrevistas y cuestionarios sociodemográficos analizados con el método fenomenológico de Colaizzi.

Otro estudio evaluó las habilidades congnitivas de los pacientes esquizofrénicos con historia de uso de cannabis comparadas con los pacientes no usuarios. Los autores reportaron que los pacientes que utilizaban cannabis “demostraron significativamente mejor performance en velocidad de proceso, fluidez verbal, aprendizaje verbal y memoria”. También se asociaba a un mejor puntaje GAF (Global Assessment of Functioning). Los autores concluyen que los pacientes esquizofrénicos que usan cannabis representan un subgrupo con funcionamiento mayor.



Zanjando el debate

Una de las razones por las que la producción y venta del cannabis debe ser regulada es para desalentar el uso entre grupos de riesgo. Los menores, las embarazadas, los pacientes con cardiopatías graves y los individuos con antecedentes de psicosis deben evitarla. De todas formas el riesgo que presenta para determinados individuos no justifica la criminalización para todos. Por ejemplo, no podemos prohibir el alcohol porque sea perjudicial para las embarazadas. Obviamente la prohibición hace muy poco por mantener las drogas fuera del alcance de los niños o de los psicóticos, más bien todo lo contrario. Un mercado regulado podría educar mejor a los usuarios de los riesgos potenciales y hacer más efectiva la veda a grupos de riesgo.

Es importante señalar la visionaria opinión de Lester Grinspoon, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard , que hace ya 13 años sugirió que en estos pacientes resulta difícil saber si el uso de cannabis precipita la psicosis o es una tentativa de autotratamiento de los primeros síntomas. Estos nuevos datos respaldarían la reflexión del Dr. Grinspoon, abriendo una nueva área en la teoría de la esquizofrenia y su tratamiento farmacológico.



Sevy S, et al. Are cannabis use disorders associated with an earlier age at onset of psychosis? A study in first episode schizophrenia. Schizophr Res. 2010 Jul;120(1-3):101-7. Epub 2010 May 14.


Frisher M, Crome I, Martino O, Croft P. Assessing the impact of cannabis use on trends in diagnosed schizophrenia in the United Kingdom from 1996 to 2005. Schizophr Res. 2009 Sep;113(2-3):123-8. Epub 2009 Jun 27.

Iverson, Leslie. “Long-term effects of exposure to cannabis.” Current Opinion in Pharmacology 5(2005): 69-72.

A.W.Zuardi, et al, Effects of Cannabidiol in Animal Model Predective of Antipsychotic activity, Psychopharmacology 1991.

A.W. Zuardi, Cannabidiol, a Cannabis sativa constituent, as an antipsychotic drug, Brazilian Journal of Medical and Biological Research, Abr 2006.

D Koethe, F Schulze-Lutter, The endocannabinoid modulator cannabidiol as an antipsychotic, Pharmacopsychiatry 2005.

Francoeur N, et al., Attraction to cannabis among men with schizophrenia: a phenomenological study. Can J Nurs. Res. 2010 Mar;42(1):132-49.

DeRosse P, et al. Cannabis use disorders in schizophrenia: effects on cognition and symptoms. Schizophr Res. 2010 Jul;120(1-3):95-100. Epub 2010 May 18.

domingo, 14 de marzo de 2010

Cannabis y el cerebro: ¿amigos o enemigos?

por Pablo A. Ascolani

La investigación científica de los cannabinoides tuvo un gran auge durante los últimos 10 años a consecuencia del descubrimiento del llamado "sistema cannabinoide endógeno", un nuevo sistema de comunicación intercelular, activo en el sistema nervioso tanto a nivel central como periférico. Este hallazgo ha sentado las bases para explicar por qué los cannabinoides presentan propiedades terapéuticas, revelándolos como una valiosísima pieza faltante en la farmacología clínica.
El sistema cannabinoide desarrolla en el cerebro un papel modulador, participando como sistema de comunicación retrógrada en ciertas sinapsis, en procesos tales como el control de la actividad motora, la memoria y el aprendizaje, la regulación del apetito y el reflejo del vómito, el control del dolor, y ciertas respuestas motivacionales.

Cannabis y neuroprotección

Hoy se sabe que los cannabinoides proporcionan protección, por diversos mecanismos, a las células nerviosas, especialmente a las neuronas. [i],[ii],[iii],[iv],[v] Los cannabinoides inhiben la liberación de un neurotransmisor exitatorio (el glutamato) que provoca la muerte de células nerviosas.
Cuando hay una lesión cerebral, se dispara la liberación de sustancias nocivas como el glutamato, citoquinas y especies reactivas de oxígeno (ROS) que inducen muerte de neuronas y demás células nerviosas. Sustancias vasoconstrictoras como la endotelina (ET) y tromboxano, también se elevan luego del daño cerebral, y aumentan la isquemia y con ello la lesión celular.
Los cannabinoides inhiben la liberación de glutamato, ROS, citoquinas, y disminuyen la actividad de la ET. Algunos terpenos y otros cannabinoides presentes en la planta que no se unen a los receptores cannabinoides, también han demostrado ser neuroprotectivos, por ser poderosos antioxidantes,[vi] y posiblemente por mecanismos aún no dilucidados completamente, como la acción directa sobre el sistema glutamatérgico, o el aumento de afinidad y potencia de otros cannabinoides. Todos estos mecanismos de los cannabinoides contribuyen a la cerebroprotección.
Estos datos tienen un indudable interés para el tratamiento tanto de episodios agudos de neurodegeneración (ACV y trauma encefalocraneano y raquimedular), disminuyendo el daño inicial, mejorando la resolución de la zona de penumbra y la recuperación posterior, así también como en enfermedades neurodegenerativas crónicas como el Parkinson, Huntington o Alzheimer. El Journal of Neurological Sciences de mayo del 2005 declara “Hay información acumulativa … para soportar la hipótesis de que el sistema cannabinoide puede limitar el proceso neurodegenerativo que se produce en las enfermedades progresivas, proveyendo una nueva vía para el tratamiento de estas patologías”.
La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia entre los ancianos; el 10% de las personas por encima de 65 años tiene alguna señal de la enfermedad. Al tejido patológico que caracteriza la enfermedad se le llama placa senil. Estas placas están formadas por el péptido amiloideo –un deshecho celular- y células inmunológicas activadas, es decir, inflamando.
El THC evitaría la formación y agregación de péptido amiloideo (A ) con una eficacia considerablemente superior a los fármacos prescritos actualmente.[vii] Además previenen la activación de las células inmunológicas inducida por A , evitando las cascadas nocivas, como la liberación de citoquinas o ROS. [viii] Algunos estudios determinaron que las personas que fumaban regularmente en las décadas de 1960 y 1970 son actualmente menos propensas a padecer la dolencia que otras de la misma edad.

Cannabis y neurorregeneración

Estudios en ratas demostraron un efecto neurorregenerativo de los cannabinoides. [ix],[x] El hipocampo en el cerebro de mamíferos adultos contiene células madre nerviosas capaces de generar nuevas neuronas. Los cannabinoides impulsarían el desarrollo de nuevas células nerviosas en esta zona, implicada en la memoria y el comportamiento. El uso crónico de un cannabinoide sintético similar al THC (HU210) favoreció la proliferación de células nerviosas en el hipocampo, disminuyendo la ansiedad. Otras drogas lícitas e ilícitas analizadas hasta el momento (nicotina, cocaína, alcohol, opiáceos) disminuyen la neurogénesis en el hipocampo del adulto. Los cannabinoides serían la única droga ilícita capaz de incrementar el número de neuronas, y esto se relacionaría con efectos ansiolíticos y antidepresivos.

Efectos cognitivos

Estudios extensivos realizados sobre consumo de cannabis como el La Guardia de la ciudad de Nueva York (1944), del Instituto de Medicina de Estados Unidos (1982), de Jamaica (1973), Grecia (1976), la India (1893-94), Costa Rica (1976) y muchos otros de menor envergadura fallaron en demostrar que el uso crónico produzca déficit cognitivo.
Un estudio meta-analítico del NIDA demostró que el uso crónico no implica una declinación de 7 de las 8 habilidades neurocognoscitivas analizadas, con excepción de una pequeña disminución en el campo del aprendizaje de nueva información.[xi] Un estudio del 2001 encontró que fumadores crónicos de cannabis que se abstuvieron de fumar por una semana no mostraron diferencias significativas con los sujetos control en una batería de 10 test neuropsicológicos.[xii] Un meta-análisis del 2003 no reveló un efecto substancial de consumo regular a largo plazo de cannabis en el funcionamiento neurocognoscitivo de usuarios no intoxicados en el momento del estudio.[xiii] Finalmente un estudio del 2004 que examinó los efectos potenciales del uso a largo plazo de cannabis en la cognición de hermanos gemelos determinó la ausencia de efectos residuales en las habilidades cognitivas.[xiv]

Despejando mitos

Como vimos, los efectos negativos del uso crónico de cannabis sobre las habilidades cognitivas parecen no sustentarse en estudios científicos, sino en publicidad sensacionalista. Lejos han quedado las afirmaciones de que el cannabis ocasiona daño cerebral (Harper et al, 1977; Heath et al 1980). Estos estudios fueron realizados sobre pequeños grupos de monos resus, donde los astutos investigadores obviaron el factor de confusión del monóxido de carbono. Hacían respirar humo a los monos las 24 hs del día; el daño en el tejido nervioso se debía al gas aspirado y no al efecto del cannabis. Estudios subsecuentes a larga escala fallaron en demostrar cualquier cambio histopatológico en el cerebro de monos (Scallet, 1991).

El mundo del revés

¿Es neuroprotector? ¿Cannabis contra el Alzheimer? ¿Regenera neuronas? ¿No causa déficit cognitivo?
La ciencia afirma, cada vez más, lo que muchos usuarios sospecharon a través de los años. Paradójicamente – y gracias a la prohibición- , causa confusión, paranoia, y pérdida total de contacto con la realidad en las personas que nunca lo han usado.


Glosario.
Glutamato: O ácido glutámico, es el principal neurotransmisor exitatorio del sistema nervioso.
Citoquinas: Sustancias polipeptídicas que actúan como modificadores de las respuestas biológicas, como la respuesta inmune, la inflamación, etc.
ACV: Accidente cerebro vascular.
NIDA: National Insitute of Drug Abuse.
[i] Raphael Mechoulam,David Panikashvili y Esther Shohami, Cannabinoids and brain injury: therapeutic implications, Trends in Molecular Medicine Vol.8 No.2 February 2002.
[ii] S.Y. Zhuang et al. Cannabinoids produce neuroprotection by reducing intracellular calcium release from ryanodine-sensitive stores. Elsevier, Neuropharmacology 48, 2005.
[iii] Giovanni Marsicano et al, CB1 Cannabinoid Receptors and On-Demand Defense Against Excitotoxicity, Science vol. 302 Oct 2003.
[iv] R. Mechoulam and A. H. Lichtman, Stout Guards of the Central Nervous System, Science vol. 302 Oct 2003.
[v] E Eljaschewitsch et al, The endocannabinoid anandamide protects neurons during CNS inflammation by induction of MKP-1 in microglial cells. Neuron 2006.
[vi] A. J. Hampson et al, Cannabidiol and (2)D9-tetrahydrocannabinol are neuroprotective antioxidants
Proc. Natl. Acad. Sci. USA Vol. 95, Jul 1998.
[vii] Kim D. Janda et al, A Molecular Link between the Active Component of Marijuana and Alzheimer's Disease Pathology, Mol. Pharm., August, 2006
[viii] Manuel Guzmán, et al, Prevention of Alzheimer’s Disease Pathology by Cannabinoids: Neuroprotection Mediated by Blockade of Microglial Activation, The Journal of Neuroscience, February, 2005.
[ix] Xia Zhang, Wen Jiang, Yun Zhang,Lan Xiao, Cannabinoids promote embryonic and adult hippocampus neurogenesis and produce anxiolytic- and antidepressant-like effects. The Journal of Clinical Investigation, octubre 2005.
[x] Aguado T, Monory K, Palazuelos J, Stella N, Cravatt B, Lutz B, Marsicano G, Kokaia Z, Guzman M, Galve-Roperh I. The endocannabinoid system drives neural progenitor proliferation. FASEB J. Oct 2005.
[xi] Grant Y, Gonzalez R , Carey , C, Natarajan L . Long-term neurocognitive consequences of marijuana : en meta- analytic study . A: National Institute Drug Abuse Workshop.Clinical Consequences of Marijuana Agosto 13, 2001.
[xii] Pope HG Jr, Gruber AJ, Hudson JI, Huestis MA, Yurgelun-Todd D. Neuropsychological performance in long-term cannabis users. Archives of General Psychiatry Oct 2001.
[xiii] Grant I., Gonzalez A., Atherine S., Carey L., Nata'rajan O., Wolfson, T. Non-acute (residual) neurocognitive effects of cannabis use: A meta-analytic study. JoumaI of the International Neuropsychological Society. 2003.
[xiv] Lyons M. J. , Bar J. L., Panizzon M. S., Toomey R., Eisen S., Xian H., Tsuang M. T. Neuropsychological consequences of regular marijuana use: a twin study. Cambridge Journal of Psychological Medicine Oct. 2004[1] Raphael Mechoulam,David Panikashvili y Esther Shohami, Cannabinoids and brain injury: therapeutic implications, Trends in Molecular Medicine Vol.8 No.2 February 2002.

lunes, 1 de marzo de 2010

Verdades ignoradas y mitos legitimados

Pablo A. Ascolani.

El cannabis y sus derivados, como cualquier otra droga, responden a la definición griega de Phármakon; a la vez remedio y veneno. El que se comporte como una u otra cosa depende de 1) dosis 2) objetivo y momento en que se emplea 3) pureza 4) condiciones de acceso 5) pautas culturales de uso. (4)
A diferencia de otras drogas legales a las que podemos evaluar y monitorizar dosis, circunstancias de uso y características del paciente a través del tiempo para determinar efectos secundarios dosis dependiente o idiosincrásicos, la mayoría de los datos que existen son sobre su uso ilegal en forma marihuana. Tenemos que tener en cuenta que de poseer efectos secundarios negativos importantes se debería tener sobrada cuenta de ellos, dado su extendido uso tanto histórico como actual. Es el principal argumento frente a los mitos de trastornos endócrinos, inmunológicos o cognitivos. Actualmente las dos principales asociaciones médicas de USA, la AMA y la ACP, declararon que sus efectos secundarios son comparables con los de otras medicinas aprobadas.

Margen de Seguridad:

Actualmente se considera que el índice terapéutico de las preparaciones de cannabis es muy alto y que no se han descrito muertes atribuibles inequívocamente a sobredosis.(1,2,6) La teórica DL50 se estima de 1 a 20.000 o de 1 a 40.000.(5,7) Esto significaría que como mínimo la persona debería fumar 20.000 cigarrillos de cannabis al mismo tiempo para tener una intoxicación que lo lleve a la muerte. Aún suponiendo márgenes mucho más estrechos hay una clara imposibilidad de administración de semejantes cantidades en su período de tiempo relativo. Drogas comúnmente usadas como el paracetamol o la cafeína tienen márgenes de 1 a 33 y 1 a 45 respectivamente.


Morbilidad Asociada:

Deterioro cognitivo: Estudios extensivos realizados sobre consumo de cannabis como el La Guardia de la ciudad de Nueva York (1944), del Instituto de Medicina de Estados Unidos (1982), de Jamaica (1973), Grecia (1976), la India (1893-94), Costa Rica (1976) y muchos otros de menor envergadura fallaron en demostrar que el uso crónico produzca déficit congnitivo. Un estudio meta-analítico del NIDA del 2001 demostró que el uso crónico no implica una declinación de 7 de las 8 habilidades neurocognoscitivas analizadas, con excepción de una pequeña disminución en el campo del aprendizaje de nueva información. (8) Un estudio del 2001 encontró que fumadores crónicos de cannabis que se abstuvieron de fumar por una semana no mostraron diferencias significativas con los sujetos control en una batería de 10 test neuropsicológicos. (9) Un meta-análisis del 2003 no reveló un efecto substancial de consumo regular a largo plazo de cannabis en el funcionamiento neurocognoscitivo de usuarios no intoxicados en el momento del estudio.(10) Finalmente un estudio del 2004 que examinó los efectos potenciales del uso a largo plazo de cannabis en la cognición de hermanos gemelos determinó la ausencia de efectos residuales en las habilidades cognitivas.(11)

Sistema Inmunológico:

No se ha podido probar que cause modificaciones en el sistema inmunológico con una relevancia clínica que implique mayor tendencia a infecciones o cáncer. .(5,13) Si bien hay algunos estudios in vitro que hipotentizan un rol inmunosupresor, la Guía Básica de los cannabinoides, patrocinada por el Ministerio del Interior español declara: “Respecto a la validez de los estudios in vitro, en el sentido de poder extrapolar los resultados a la situación del organismo in vivo, se debe señalar que las dosis de cannabinoides efectivas en la supresión de la actividad inmune son al menos 10 veces mayores que la concentración medida en sangre de fumadores de marihuana”.

Sistema Reproductor:

Una sola dosis de THC en hombres reduce el conteo espermático y el nivel de testosterona, pero se desarrolla tolerancia a estos efectos. No se ha podido detectar entre fumadores habituales alteraciones en el sistema reproductor, niveles hormonales, desarrollo secundario masculino, funcionamiento sexual o fertilidad. (5)

Sistema Respiratorio:

El único deterioro físico comprobado que produce el cannabis fumado es al sistema respiratorio. Inflama las vías aéreas estrechándolas y predisponiendo a bronquitis crónica. El humo del cannabis carga los pulmones con una cantidad de alquitrán y monóxido de carbono tres y cinco veces superior que el humo del tabaco. De todas maneras, epidemiológicamente no hay casos registrados de cáncer de pulmón o enfisema en fumadores sólo de marihuana. Esto se debe a varios efectos específicos de la nicotina que no tienen, o cuya acción antagonizan, los cannabinoides. (14) El tabaco induce una enzima que transforma los pro-carcinógenos del humo en carcinógenos, mientras que el cannabis produce un efecto opuesto. Por otro lado la nicotina prolonga la vida de las células de las vías aéreas, creando un panorama favorable para el cáncer. En el estudio más extensivo sobre la relación cannabis-cáncer de pulmón se presentó el año pasado (realizado por D. Tashkin y patrocinado por el NIDA), falló en encontrar una relación causal; de hecho el cannabis parece poseer cierta acción protectiva frente al cáncer de pulmón. (15) En relación al enfisema, al igual que con el cáncer, el cannabis no sólo parece no producirlo, sino poseer un carácter protectivo.
De todas formas, y ya que la incorporación de monóxido de carbono y alquitranes es perniciosa, el uso de vaporizadores eléctricos o de preparaciones como el Sativex, en forma de spray, evita los trastornos respiratorios que pudieran surgir de la administración fumada a largo plazo, pero manteniendo un perfil farmacocinético similar, que podría aportar mejoras terapéuticas en relación a la via oral.

Psicosis:

El uso de cannabinoides puede producir un cuadro denominado psicosis tóxica que remite con el cese del consumo;(1) no hay pruebas científicas de que esta droga produzca un síndrome duradero del tipo de la esquizofrenia. (3,16,17)

Síndrome Amotivacional:

No es un diagnóstico oficial, pero el término se aplica a personas jóvenes que abandonan las actividades sociales y manifiestan poco interés por el trabajo u otras actividades productivas. No se tienen datos que demuestren relación causal entre fumar marihuana y tales características de la conducta.(1) Los grandes consumidores de droga de nuestra sociedad son a menudo personas deprimidas, enajenadas, escépticas y rebeldes. No es la droga en sí la causa del abuso, sino la personalidad. El abuso es un síntoma del desajuste personal y social. El marco de la prohibición favorece al abuso, que se convierte en disculpa y justificación ante el fracaso, o una forma de automedicación.

Teoría del Escalón:

Esta teoría sugiere que el uso de cannabis conduce al uso de opiáceos y otras drogas peligrosas. De esto se desprende que si nadie fumara marihuana sería más difícil que alguien se interesara por la cocaína o los opiáceos. No hay prueba convincente de ello, ya que en muchas épocas y lugares se ha utilizado cannabis sin otras drogas y viceversa. La teoría del escalón no es una teoría en absoluto, sino que es el recorrido que hacen los usuarios politóxicos desde drogas de alta prevalencia hacia las de baja prevalencia. La única conexión real entre el uso del cáñamo y de otras drogas es su ilegalidad. Los usuarios de cannabis, al ser una droga ilegal, tienen más posibilidades de encontrarse en situaciones en que otras drogas ilegales hagan su aparición. Nada de esto prueba que utilizar una droga conduzca o provoque la utilización de otra.

Tolerancia y Dependencia física/psíquica:

El uso prolongado puede generar leve tolerancia a los efectos fisiológicos y psicológicos, pero este fenómeno desaparece con rapidez, y es variable entre sujetos. Diferentes estudios en animales demuestran el desarrollo de tolerancia farmacodinámica. La “Guía Básica…”, antes citada, revisa dichos ensayos, hallando la dosis utilizadas imposibles de alcanzar extrapoladas al consumo humano; serían el equivalente de 300 a 1500 cigarrillos de cannabis diarios.
La deprivación de cannabinoides rara vez produce sintomatología; cuando lo hace, es en grandes consumidores y suele ser poco intensa y relativamente inespecífica: irritabilidad, alteraciones del sueño, temblor y anorexia. No está claro que exista relación entre este leve síndrome de abstinencia y la conducta de autoadministración (1) Que genere escasa tolerancia y no produzca síndrome de abstinencia implica que no produce dependencia física. Los consumidores compulsivos o regulares de marihuana no parecen actuar motivados por el miedo a los síntomas de abstinencia (3). La dependencia psicológica, que implica el anhelo compulsivo e irrefrenable de consumir la droga, no parece producirse con el cannabis y, globalmente, no puede clasificarse como adictivo (2,22).

Efectos cardiovasculares:
El cannabis puede generar un ligero incremento del ritmo cardíaco, ni molesto ni peligroso, y sutiles cambios en la presión arterial –usualmente hacia abajo- a los que se desarrolla tolerancia rápidamente.(13) Estos cambios, sólo e hipotéticamente, - porque no hay muertes inequívocamente imputables al cannabis- podrían afectar seriamente a pacientes aquejados de trastornos cardíacos graves (aquellos que tengan dificultades para subir una escalera, por ejemplo). Por otro lado, hay una variedad de estudios en animales que sugieren que los cannabinoides tienen efectos protectivos sobre el sistema cardiovascular, reduciendo el volumen del infarto de miocardio y aumentando la sobrevida. (23,24,25) En otro estudio inhibió la progresión de la ateroesclerosis modelo por las cualidades antiiflamatorias e inmunomoduladoras.(26,27,28)
Sería interesante hacer estudios epidemiológicos de la incidencia de problemas caridovasculares entre usuarios de cannabis y grupos control, lo que daría una perspectiva real del efecto.

Efectos Gastrointestinales:

Se han demostrado las cualidades terapéuticas de los cannabinoides tanto en ensayos animales como e investigaciones clínicas para un amplio rango de desórdenes gastrointestinales: nausea, vómitos, ulceras gástricas, colon irritable, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, reflujo gastroesofágico entre otras.(23,29,30)

Efectos teratogénicos:

Mientras que las observaciones en adultos humanos que son usuarios regulares de cannabis han fallado en demostrar inequívoca toxicidad a largo plazo, sus efectos sobre los organismos en desarrollo son claros. Mientras que algunos estudios en roedores e in vitro, fallaron en detectar impacto a largo plazo sobre el comportamiento adulto, varios detectaron déficit en el aprendizaje y lesiones neuronales. La traslación de estos últimos estudios al uso en adultos, niños y adolescentes, no es lineal.(23) En términos de dosis se trataría del equivalente al consumo de 420 cigarrillos de cannabis de alta calidad por día, desde los 7 hasta los 14 años de edad, un escenario no sólo improbable, sino imposible.


(1) Flórez, Jesús, Farmacología Humana. 4ª Edición. Masson, Barcelona 2004.
(2)Rang, H. P., Farmacología. 4ª Edición, Harcourt, Madrid 2000.
(3)Goodman y Gilman, Las bases farmacológicas de la terapéutica, Mc Graw Hill, 2006.
(4)Antonio Escohotado, Aprendiendo de las drogas, Anagrama, Barcelona 1995.
(5)L. Grinspoon, J. Bakalar., Marihuana, La medicina prohibida. Paidós, Barcelona 1997.
(6)The House of Lords (Parlamento del Reino Unido) , Science and Technology Committee, Cannabis: The Scientific And Medical Evidence, 4 Nov 1998.
(7)Abrams, Donald, Medical Cannabis: Rational Guidelines for Dosing, University of Washington School of Medicine, Seattle, WA, USA.
(8)Grant Y., Natarajan L ., et al, Long-term neurocognitive consequences of marijuana : en meta- analytic study . A: National Institute Drug Abuse Workshop.Clinical Consequences of Marijuana Agosto 13, 2001.
(9)Pope HG Jr, Gruber AJ, et al. Neuropsychological performance in long-term cannabis users. Archives of General Psychiatry Oct 2001.
(10)Grant I., Gonzalez A., et al, T. Non-acute (residual) neurocognitive effects of cannabis use: A meta-analytic study. JoumaI of the International Neuropsychological Society. 2003.
(11)Xian H., Tsuang M. T., et al, Neuropsychological consequences of regular marijuana use: a twin study. Cambridge Journal of Psychological Medicine Oct. 2004.
(12)Croxford JL, Yamamura T, Cannabinoids and the immune system: potential for the treatment of inflammatory diseases? Journal of Neuroimmunology Sep 2005.
(13)Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC), Guía Básica sobre los Cannabinoides, Ministerio del Interior, Jul 2002.
(14)Robert Melamede, Cannabis and Tobacco Smoke are not Equally Carcinogenic, Harm Reduction Journal Oct 2005.
(15)Tashkin, Donald P. et al. Marijuana Use and Lung Cancer: Results of a Case-Control Study, International Conference of the American Thoracic Society 2006.
(16)Thornicroft, G. et al, Cannabis and Psychosis: Is There Epidemiological Evidence for an Association?, British Journal of Psychiatry 157, 1990.
(17)Iversen, Leslie Cannabis and the brain, Journal of Neurology, University of Oxford, Junio del 2003.
(18)Louise Arseneault, Causal association between cannabis and psychosis: examination of the evidence, The British Journal of Psychiatry, 2004.
(19)A.W.Zuardi, et al, Effects of Cannabidiol in Animal Model Predective of Antipsychotic activity, Psychopharmacology 1991.
(20)A.W. Zuardi, Cannabidiol, a Cannabis sativa constituent, as an antipsychotic drug, Brazilian Journal of Medical and Biological Research, Abr 2006.
(21)D Koethe, F Schulze-Lutter, The endocannabinoid modulator cannabidiol as an antipsychotic, Pharmacopsychiatry 2005.
(22)Abood M.E., Martin B.R., Neurobiology of marijuana abuse. Trends Pharmacol Sci, 1992.
(23) Grant I., Rael Cahn B., Cannabis and endocannabinoid modulators: Therapeutic promises and challenges, Clinical Neuroscience Research, 2005.
(24)Lépicier P., Bibeau-Poirier A., et al, Signaling Pathways Involved in the Cardioprotective Effects of Cannabinoids. J Pharmacol Sci. Oct, 2006.
(25)D Lamontagne, P Lépicier, C Lagneux, J F Bouchard, The endogenous cardiac cannabinoid system: a new protective mechanism against myocardial ischemia. Basic Res Cardiol. 2006 Apr 11.
(26)Veillard, N.; Arnaud, C. et al., Low dose oral cannabinoid therapy reduces progression of atherosclerosis in mice, Nature, Vol 434, 7 Apr. 2005.
(27) Steffens and MachCannabinoid receptors in atherosclerosis. Current Opinion in Lipidology , . 2006.
(28) Steffens and Mach. Towards a therapeutic use of selective CB2 cannabinoid receptor ligands for atherosclerosis. Future Cardiology, 2006.
(29) Massa and Monory. Endocannabinoids and the gastrointestinal tract. Journal of Endocrinological Investigation, 2006.
(30) Izzo and Coutts. Cannabinoids and the digestive tract. Handbook of Experimental Pharmacology, 2005.

Alzehimer y cannabis.

Según un informe del 2007 de la OMS titulado “Trastornos neurológicos: desafíos para la salud pública” precisó que el número de personas que sufren Alzheimer y otras demencias, actualmente unos 24,3 millones de personas, se duplicará previsiblemente cada 20 años, y esas cifras aumentarán sobre todo en los países en vías de desarrollo.
La enfermedad de Alzehimer (AD) es la principal causa de demencia entre los ancianos. Se caracteriza por la deposición acelerada de péptido amiloideo (A ) junto con activación microglial en forma de placas seniles. El El 9-tetrahidrocannabinol (THC), inhibe competitivamente la enzima acetilcolinesterasa (AChE), previniendo la agregación inducida por AChE del péptido amiloideo, el marcador clave en esta patología. Los cannabinoides se unen al sitio periférico aniónico del la AChE, la zona crítica implicada en la amiloidogénesis, impactando directamente en la progresión de esta enfermedad. Comparados con las drogas prescritas actualmente para el tratamiento de la AD, el THC es un inhibidor considerablemente superior de la agregación amiloidea (Janda et al, 2006). Además previenen la activación microglial inducida por A , evitando las cascadas nocivas, como la liberación de factor de necrosis tumoral-α o el estrés oxidativo (Manuel Guzmán et al, 2005).
El Journal of Neurological Sciences de mayo del 2005 declara “Hay información acumulativa … para soportar la hipótesis de que el sistema cannabinoide puede limitar el proceso neurodegenerativo que se produce en las enfermedades progresivas, proveyendo una nueva vía para el tratamiento de estas patologías” (Jackson et al, 2005).
La utilidad de los cannabinoides en la prevención y el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas debe ser explorada.

1- Kim D. Janda et al, A Molecular Link between the Active Component of Marijuana and Alzheimer's Disease Pathology, Mol. Pharm., American Chemical Society, August, 2006.
2-Manuel Guzmán, et al, Prevention of Alzheimer’s Disease Pathology by Cannabinoids: Neuroprotection Mediated by Blockade of Microglial Activation, The Journal of Neuroscience, February, 2005.
3-Samuel J. Jackson et al, Cannabinoids and neuroprotection in CNS inflammatory disease, Journal of the Neurological Sciences, Elsevier, May 2005.

Investigación científica temprana de los cannabinoides y sus derivaciones actuales.

Quimioterapia y cáncer

Se han estudiado ampliamente los efectos del THC y sus análogos en la náusea y vómitos inducido por quimioterapia. En general, se ha encontrado cierta efectividad. La eficacia del THC, nabilona y levonantrodol (análogos sintéticos del THC) eran mayores a los de la chlorpromazina, y equivalente a la metoclopramida y haloperidol. Los resultados fueron suficientemente favorables para la que en 1982 el Ministerio de Salud de Canadá apruebe la nabilona. En 1985 la FDA aprobó el dronabinol con el mismo fin.
El interés por el uso de los cannabinoides como antieméticos fue eclipsado por la alta incidencia de efectos adversos relacionados con la psicoactividad intrínseca y la aparición de los antagonistas 5-HT3 como el ondasetron, más potentes, sin efectos psicotrópicos y administrables por vena.
En relación con el cáncer, mas allá de la mediana o baja utilidad que pueda prestar como antiemético, no pueden dejarse de lado sus propiedades antiproliferativas reportadas hace ya 30 años por Munson et al. Curiosamente, no se realizaron más estudios en éste área hasta fines de los 90.
Diversos cannabinoides derivados de la planta (como el THC y cannabidiol), sintéticos (como el WIN-55, 212-2 y HU-210) y endocannabinoides (como la anadamida y el 2-araquidonoilglicerol) presentan propiedades antiproliferativas en un amplio espectro de células tumorales cultivadas, incluyendo cáncer de pulmón, gliomas, epiteliomas tiroideos, cáncer de piel y linfomas. Los determinantes moleculares de estos procesos no se conocen en totalidad y son de una gran complejidad, dependiendo del tipo de célula y proceso estudiado. Un proceso observado in vitro e in vivo, es que los cannabinoides activaron la apoptosis en células transformadas a través del aumento de la producción de ceramida. Éste induce la activación de la expresión del diferentes genes implicados en la respuesta al estrés del retículo endoplásmico. Esta respuesta al estrés induce la síntesis de una cantidad muy grande de proteínas. La acumulación de proteínas en el entorno celular hace que la célula se bloquee y finalmente muera. Otro proceso observado es la disminución de la señalización del receptor de factor de crecimiento y disminución de angiogénesis y expresión de metaloproteínas. La acción del cannabinoide es selectiva, ya que sólo induce a la muerte de las células cancerígenas, y no de aquellas que están sanas.[1],[2], [3]
Todos estos procesos están delineados, y el posible rol de los cannabinoides como antineoplásicos necesita ser explorada.

Estimulación del apetito.

Síndrome caquectizante se le llama a la anorexia y una pérdida de peso progresiva que se observa en pacientes con cáncer avanzado o infección por VIH.
El THC ha demostrado en varios estudios su efectividad frente a placebo como estimulante del apetito y estabilización de peso frente a la pérdida de peso de los controles. [4] En un estudio cotejando la efectividad frente a megestrol, encontró la eficacia del dronabinol aumentando el peso de los pacientes en un 49%, menor a la del grupo del megestrol, de un 75%. Pero la dosis de dronabinol era mas baja de la efectiva.[5] La toxicidad de estas dos sustancias fue comparable a excepción de la incidencia aumentada de impotencia entre los varones que recibieron megestrol. En el último estudio al respecto utilizando una dosis de 2.5mg tres veces al día (frente a los 2.5mg dos veces por día del estudio antes comentado) se obtuvieron ganancias de peso más significativas. Además se demostró que no afectaba la función inmunológica ni la carga viral.[6]

Esclerosis múltiple.

La Esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurodegenerativa acompañada de espasticidad, dolor crónico, ataxia, temblores y disfunción vesical e intestinal. Las terapias actuales carecen de efectividad y presentan riesgo de efectos secundarios serios.
Hay trece estudios controlados sobre los efectos de los cannabinoides en esta patología. Los resultados de estos estudios es mezclado: en algunos casos los pacientes reportaron un mejoramiento en la espasticidad, calambres musculares, dolor, calidad del sueño, temblores y su condición general. Las conclusiones mas formales sobre la eficacia y toxicidad de los cannabinoides en el tratamiento de la EM deben tomarse de dos ensayos clínicos recientemente conducidos en Gran Bretaña cubriendo las muestras de población más grandes.[7], [8] En un grupo randomizado y doble ciego evaluando un total de 630 pacientes, 206 recibieron THC, 211 cápsulas de THC/CBD, y 213 placebo. La duración total fue de 14 semanas. No se registraron efectos benéficos sobre la espasticidad, estimada mediante la escala de Asheworth. De todas formas se observó un mejoramiento objetivo de la movilidad con THC oral, y un mejoramiento subjetivo de la espasticidad, espasmos musculares, dolor, calidad del sueño y condiciones generales, así también como una disminución de hospitalizaciones por relapsos con los dos tipos de cannabinoides. Los efectos adversos reportados fueron leves y bien tolerados. Datos recientes proveen información a largo plazo de la eficacia y seguridad de los cannabinoides en la EM. Durante un seguimiento de 1 año de este último ensayo, 502 de los 630 pacientes iniciales decidieron continuar con el estudio. Mejoramientos objetivos tanto de la espasticidad (ilustrados por un pequeño beneficio en la escala de Ashworth) como en la incapacidad general fueron observados. Estos mejoramientos objetivos se produjeron con los pacientes que recibieron THC solo, pero los pacientes reportaron beneficios tanto con el THC sólo como con la combinación THC/CBD. De hecho, subjetivamente, las mediciones mostraron efectos altamente significativos en la espasticidad, espasmos, dolor, cansancio y calidad del sueño con ambas medicaciones.[9] En general fue bien tolerado, sin efectos adversos significativos.
En otro ensayo randomizado y doble-ciego, conducido en 160 pacientes con un extracto conteniendo similar proporción THC/CBD, se encontró una disminución estadisticamente significativa en la reducción de la espasticidad, también en el mejoramiento de la calidad del sueño, y mejoramiento en la movilidad y disfunción vesical. En términos de toxicidad los efectos secundarios fueron leves.[10]
Un reporte posterior de similares características con 64 pacientes concluyó que había una reducción estadísticamente significativa en el dolor y un mejoramiento de la calidad del sueño en los pacientes tratados, siendo leve la toxicidad reportada, en forma de mareos, somnolencia o sequedad de boca.[11]






[1] Guzman M. Cannabinoids: potential anticancer agents. Nat Rev Cancer 2003;3(10):745–55.
[2] Galve-Roperh I, Sanchez C, Cortes ML, del Pulgar TG, Izquierdo M, Guzman M. Anti-tumoral action of cannabinoids: involvement of sustained ceramide accumulation and extracellular signal-regulated kinase activation. Nature Med 2000;6:313–9.
[3] Gomez del Pulgar T, Velasco G, Sanchez C, Haro A. De novosynthesized ceramide is involved in cannabinoid-induced apoptosis. Biochem J 2002;363:183–8.

[4] B., Lefkowitz, L., Plasse, T.F., Shepard, K.V., 1995. Dronabinol as a treatment for anorexia associated with weight loss in patients with AIDS. Journal of Pain and Symptom Management 10, 89–97.
[5] Roncoroni, A.J., 2003. Uso m´edico de la marihuana y canabinoides sint´eticos. Medicina 63, 748–752.
[6] Abrams, D.I., Hilton, J.F., Leiser, R.J., Shade, S.B., Elbeik, T.A., Aweeka, F.T., Benowitz, N.L., Bredt, B.M., Korel, B., Aberg, J.A., Deeks, S.G., Mitchell, T.F., Mulligan, K., Baccheti, P., McCune, J.M., Schambelan, M.,
2003. Short-term effects of cannabinoids in patients with HIV-1 infection. A randomized, placebo-controlled clinical trial. Annals of Internal Medicine 139, 258–266.
[7] Zajicek, J., Fox, P., Sanders, H., Wright, D., Vickery, J., Nunn, A., Thompson, A., 2003. Cannabinoids for treatment of spasticity and other symptoms related to multiple sclerosis (CAMS study): multicenter randomised placebo-controlled trial. The Lancet 362, 1517–1526.
[8] Wade, D.T., Makela, P., Robson, P., Houre, H., Bateman, C., 2004. Do cannabis-based medicinal extracts have general or specific effects on symptoms in multiple sclerosis? A double-blind, randomized, placebocontrolled
study on 160 patients. Multiple Sclerosis 10, 434–441.
[9] Zajicek, J.P., Sanders, H.P., Wright, D.E., Vickery, J.P., Ingram, W.M., Reilly, S.M., Nunn, A.J., Teare, L.J., Fox, P.J., Thompson, A.J., 2005. Cannabinoids in multiple sclerosis (CAMS) study: safety and efficacy data for 12 months follow up. Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry 76, 1664–1669.
[10] Wade, D.T et al, op cit.
[11] Rog, D.J., Nurmikko, T.R., Friede, T., Young, C.A., 2005. Randomized, controlled trial of cannabis-based medicine in central pain in multiple sclerosis. Neurology 65, 812–819.

Asma y cannabis

El asma es una enfermedad muy común; 1 de cada 10 argentinos presentan algún síntoma asmático. Representa entre 1 y 3% de todas las visitas al médico y produce más admisiones a hospitales de pediatría que cualquier otra enfermedad aislada. Alrededor de 800 personas mueren anualmente debido a ataques agudos de asma.
Es una enfermedad de origen inflamatorio, con hiperreactividad bronquial y broncoespasmo. El tejido que recubre los bronquios y bronquiolos se inflama y se llena de flemas. Aparece una tos crónica. Durante los ataques agudos los bronquiolos se estrechan impidiendo la circulación del aire.
Como causante hay un componente de susceptibilidad genética, un componente inmunológico, un componente ambiental y uno psicológico. Estímulos inespecíficos como olores intensos, aire frío, contaminantes ambientales, ácaros, polvo, ejercicio o el pelo de animales puede desencadenar un episodio agudo.
Los fármacos utilizados comunmente son los corticoides para disminuir la inflamación y los agonistas B2 –como el salbutamol- para tratar los episodios agudos de broncoespasmo. Los corticoides, usados con regularidad, pueden traer efectos secundarios graves, como osteoporosis, disminución del crecimiento en niños, convulsiones o hemorragias. Los agonistas B2 pueden causar insomnio, náusea, temblores y taquicardia; pero el riesgo más grande es que durante un episodio agudo dejen de hacer efecto. Puede producirse una desensibilización por el uso repetido y no ser efectivos durante el episodio agudo, lo que puede llevar al paciente a la muerte.
Históricamente la marihuana se usaba en la medicina tradicional mejicana para el tratamiento del asma. Se introdujo en E.E.U.U. en 1910, siendo el primer uso médico reconocido en ese país.
Varios estudios han demostrado que el THC actúa como broncodilatador tanto en sujetos normales como en pacientes con asma bronquial crónica o con espasmos bronquiales inducidos de manera experimental. El THC aumenta el flujo de aire en sujetos sanos, y en pacientes asmáticos invierte la constricción bronquial. Además el mecanismo de acción es diferente del de otros broncodilatadores, pudiendo sumarse o reemplazar a los B2 durante períodos de desensibilización a los mismos.
De todas formas, la marihuana en conjunto, puede no ser útil para el tratamiento periódico del asma, por el efecto irritante del humo. La administración oral, o por medio de vaporizadores serían las alternativas de uso terapéutico.
Más allá del efecto agudo broncodilatador, los cannabinoides pueden ser de utilidad por su acción inmuno-moduladora, interviniendo la naturaleza inflamatoria de la enfermedad. Modulan tanto función como secreción de citoquinas de células inmunológicas. Estas acciones representan una nueva y prometedora vía para tratamiento de esta enfermedad. Explicaría el hecho de que muchos asmáticos dicen “haberse curado” consumiendo cannabis.
Finalmente no podemos dejar de lado el aspecto psicológico. El cannabis puede ayudar a aliviar trastornos anímicos que estén influyendo en el desarrollo de la enfermedad. ¿Y si el enfermo es un niño? Como dijo un médico amigo; denle cannabis a la madre; eso seguro va a aliviar el asma del hijo.


- Goodman y Gilman, Las bases farmacológicas de la terapéutica, Undécima edición, Mc Graw Hill, 2006.
- L. Grinspoon, J. Bakalar. Marihuana, La medicina prohibida. Paidós, Barcelona 1997.
- Ed Rosental, Manual Médico de la Marihuana, Castellarte, Barcelona, 1999.
- Maximiliano Gómez, Epidemiología del asma en Argentina, Archivos De Alergia E Inmunologia Clinica 2006
- Sivori M. L., Saenz C. B., Posse C. R., Mortalidad por Asma y Epoc en Argentina, Medicina (Buenos Aires) 2001.
- Croxford JL, Yamamura T, Cannabinoids and the immune system: potential for the treatment of inflammatory diseases? Journal of Neuroimmunology sep 2005.