lunes, 20 de junio de 2011

Uso terapéutico de cannabinoides en pacientes con VIH

por Lic. Pablo Alberto Ascolani




La FDA aprobó hace 19 años el Dronabinol –un cannabinoide sintético similar al THC- para el aumento del apetito en pacientes con VIH. Progresivamente el uso de cannabis en pacientes con VIH ha adquirido relativa aceptación por parte de la corporación médica. Paradójicamente, los prejuicios y estereotipos culturales sobre el cannabis que impregnan el sentido común, facilitaron la aceptación con este fin. Tanto los pacientes oncológicos como los de VIH portan el estigma de la letalidad o la cronicidad. La reflexión articulada por estos preconceptos enuncia: “que consuman ese tóxico, si creen que les hace bien, total se están muriendo igual”. No cabe, en ese sentido común colonizado por el miedo y el prejuicio, pensar que en realidad el cannabis es tan poco tóxico que hasta personas muy debilitadas pueden consumirlo y obtener provecho. O que incluso puede mejorar la salud en algunos casos, como se ve objetivamente en el aumento de peso que produce en los pacientes, o el posible efecto neuroprotectivo, inmunomodulador y antidepresivo.



De la estimulación del apetito y la analgesia al efecto antiviral.



Síndrome caquectizante se le llama a la anorexia y una pérdida de peso progresiva que se observa en pacientes con cáncer avanzado o infección por VIH.

El THC ha demostrado, en una serie estudios bien diseñados, su efectividad frente a placebo como estimulante del apetito y estabilización de peso frente a la pérdida de peso de los controles. En uno de los primeros, cotejando la efectividad frente a megestrol, encontró la eficacia del dronabinol aumentando el peso de los pacientes en un 49%, menor a la del grupo del megestrol, de un 75%. La toxicidad de estas dos sustancias fue comparable a excepción de la incidencia aumentada de impotencia entre los varones que recibieron megestrol. El Dr. Roncoroni, querido y recordado por introducir la temática de la marihuana medicinal en nuestro medio, ya consignaba en el 2003 que la dosis de dronabinol utilizada era más baja que la efectiva .

Estudios actuales indican que marihuana fumada o el THC oral (pero en dosis ocho veces más altas de las que se utilizaban en los primeros ensayos clínicos) mejoran ambos la ingesta calórica en pacientes VIH positivos, pero sólo la marihuana fumada (3,9% THC) mejora además la calidad del sueño .

Otro de los estudios que confirma un aumento significativo en la ingesta calórica producido por cigarrillos de marihuana o cápsulas de THC, también demostró que el uso de cannabis no afectaba negativamente la función inmunológica, carga viral o concentración plasmática de la medicación antiretroviral.

La marihuana fumada también ha demostrado ser eficaz para tratar el dolor asociado a neuropatía por VIH, como dijimos en estudios bien realizados, randomizados o cruzados y comparando con cigarrillos sin principio activo (placebo) que demuestran una reducción del dolor

En otro estudio, además de la eficacia analgésica se evalúa la mejora en el ánimo y funcionalidad, produciendo efectos adversos leves, siendo en general bien tolerado en uso concomitante con otras terapias analgésicas para el tratamiento de la neuropatía por VIH



Datos preclínicos sobre la eficacia antiviral de los cannabinoides.



La biología molecular está demostrando que los cannabinoides podrían ser útiles contra alguno de los efectos deletéreos del virus del VIH sobre el organismo. Por un lado se ve que protege la barrera hematoencefálica del daño producido por una glucoproteína (HIV-1 Gp120) sintetizada por las células infectadas de VIH. Estas glucoproteínas se relacionan con el cuadro de demencia por VIH porque aumentan la permeabilidad de las células endoteliales de la barrera hematoencefálica, debilitan las proteínas que forman las uniones estrechas y permiten la transmigración de monocitos a través de la membrana. Este resultado indicaría que los cannabinoides serían capaces de restaurar la integridad de las células endoteliales y de la barrera hematoencefálica en pacientes infectados por HIV-1.

Por otro lado, se está comprobando que los agonistas cannabinoides también son útiles para inhibir parte de la reacción inflamatoria asociada al VIH. Cuando el virus infecta las células del sistema inmunológico, estas producen una serie de factores tóxicos inmunogénicos, entre ellos el Trans-Activating (Tat) Protein que atraen otras células blancas. Por medio del receptor cannabinoide 2, los agonistas inhiben la migración de macrófagos producidas por Tat y por consiguiente la inflamación.



Conclusión:



De acuerdo a lo revisado, los cannabinoides –incluso en forma de marihuana fumada- son seguros y eficaces para tratar la constelación de síntomas que acompaña el VIH e incluso potencialmente detener algunos daños específicos que produce la enfermedad.

Uno de los estándares de derechos humanos más importantes es el derecho a la salud. Es violatorio de este derecho humano y anticonstitucional castigar a los pacientes que se benefician con el uso de cannabinoides.

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