Pablo
A. Ascolani
Introducción
El
cannabis, como cualquier sustancia bioactiva, obedece al concepto griego de
phármakon; veneno o medicina dependiendo de la dosis utilizada, la frecuencia, estado
emocional y de salud del usuario, su vulnerabilidad individual, su experiencia
con el compuesto, la circunstancia de uso, etc.
Su
toxicidad en adultos es baja comparada con otras sustancias de abuso, legales o
ilegales.
Se
pueden desarrollar patrones de uso problemático y adicción, pero es baja la
proporción de consumidores que los desarrolla, y los daños potenciales asociados
son considerablemente menos graves que los asociados al alcohol o tabaco.
La
revisión de la literatura especializada indica que la mayoría de los usuarios adultos
de cannabis, que usan la droga ocasionalmente, no sufren ningún daño físico o
mental objetivable.
Aquellos
que consumen grandes dosis en forma regular tienen una tendencia a tener
menores logros educativos y menores ingresos.
La
prohibición impide que haya control sobre la calidad y composición del
cannabis, lo que dificulta la estimación de riesgos.
La
información científica basada en evidencia es la única manera de disminuir los
daños asociados al consumo de cualquier sustancia psicoactiva.
AREC
no hace apología ni incentiva el consumo de sustancias psicoactivas; divulga información científica para habilitar el pensamiento autónomo y
responsable.
Estrategias de reducción de
daños en cannabis.
Las
estrategias de reducción de daños sobre el consumo de cannabis tienen que estar
apuntadas a aquellos grupos especiales de población que tienen contraindicado
su consumo, las situaciones donde se deben tomar precauciones como la
conducción, las advertencias sobre posibles riesgos, la dosificación y
compuesto administrado.
Otra
medida de reducción de daños sería la regulación del acceso para separar el
consumo de cannabis del de otras drogas más peligrosas.
Edad de inicio.
Es
prioritario retrasar edad de inicio por ser la adolescencia la etapa donde
existen riesgos de afectaciones permanentes en el sistema nervioso central. El uso cotidiano de grandes dosis de cannabis a una edad temprana afecta el desarrollo del cerebro con efectos persistentes que lleven a déficits cognitivos o enfermedad mental.
En
el caso de los jóvenes que ya están consumiendo, se debe trabajar en función de
la postergación del hábito hasta la mayoría de edad. Si no abandonan el
consumo, instarlo a que evite el consumo periódico y la combinación de
sustancias.
En
los casos de jóvenes en riesgo social con adicciones severas a otras drogas de
mayor toxicidad, como la pasta base, una posible intervención que reduzca daños
es el acceso por medio de Asistentes Sociales y Profesionales de la Salud
Mental a variedades bajas en THC, el principio activo más riesgoso en la
adolescencia, y altas en CBD, un cannabinoide que mitigaría los posibles
efectos adversos. Por otro lado en estas situaciones de abuso de tóxicos, los
cannabinoides podrían tener un efecto antiinflamatorio y antioxidante, mitigando los efectos dañinos en el SNC,
actuando también sobre el circuito de recompensa, disminuyendo la ansiedad.
Los
usuarios problemáticos son generalmente politóxicos, y ya han probado la
marihuana prensada del mercado negro, pero muy pocos han tenido acceso a
marihuana de grado medicinal, cualitativamente diferente. La calidad ofrecida
haría la diferencia frente al mercado negro, y va a colaborar con la reducción
de daños por reemplazo de sustancias. Está claro que la estrategia de reducción
de daños globalmente y el reemplazo de sustancias en particular –en este caso
con cannabis - no va a resolver cabalmente la problemática del abuso y adicción
a drogas más peligrosas. Pero puede ser una herramienta del Estado para abordar
a las personas en riesgo social, permitirles superar los momentos críticos y
poder así vincularlas nuevamente al sistema de salud, re-insertarlas en
instancias educativas y laborales que rompan el estigma de la “droga”. La
recuperación de la adicción hay que pensarla dentro de la complejidad de la
sociedad contemporánea, donde uno de los factores que más impacta en las
adicciones es la desigualdad entre ricos y pobres. Sin ser la panacea contra la
adicción, el cannabis de grado terapéutico con alta proporción de CBD puede ser
una opción de utilidad para reducir daños.
Enfermedades preexistentes y
poblaciones especiales.
La
variedad de efectos fisiológicos y psicológicos del cannabis hace que esté
contraindicado en personas con historia personal de enfermedad mental o
enfermedad cardíaca grave.
También
en poblaciones especiales como adolescentes, madres embarazadas o amamantando.
Durante la gestación se inicia el neurodesarrollo del individuo, que prosigue durante
la adolescencia y primera juventud. El sistema endocannabinoide está implicado
en este proceso, de manera que es riesgoso utilizar cannabis en estos casos.
También
se desaconseja la administración fumada en personas con enfermedades
respiratorias preexistentes como el EPOC.
Las
personas con historia familiar de enfermedad mental, epilepsia, enfermedad
cardíaca, hepatitis C y uso concomitante de sedativos he hipnóticos, deben
evaluar riesgo/beneficio. Los ancianos, que suelen estar polimedicados, y son
más susceptibles a cualquier droga que actúa sobre el SNC, deben tener cuidado
con la hipotensión o incoordinación motora que pueda producir caídas graves.
El
Estado podría habilitar espacios de contención con profesionales de la salud
mental para el diálogo y acompañamiento de aquellas personas con riesgo que
decidan consumir cannabis como parte de la estrategia de reducción de daños.
Conducción
de vehículos o maquinarias.
El
cannabis puede afectar la coordinación motora, el tiempo de reacción y las
habilidades cognitivas. Se debe evitar conducir, operar maquinaria u otras
actividades peligrosas normalmente un mínimo de 3 horas después de fumar o 6
después de ingerir. Se desarrolla tolerancia y la afectación cognitiva es mucho
menor que la que produce el alcohol, pero la combinación con el mismo si
acrecienta el riesgo notablemente. Se desaconseja la combinación de estas
sustancias especialmente para la conducción.
Dosificación y vías de
administración:
Es
difícil establecer una pauta racional para la dosificación porque es una
sustancia de gran variabilidad en contenido y proporción de cannabinoides y
otras sustancias bioactivas. La regulación permitiría reducir daños al hacer disponer
de un tipo estable de cannabis, con la proporción de cannabinoides adecuada al
caso, libre de contaminantes químicos o biológicos.
Las
vías de administración utilizadas con fines recreativos son inhalatoria y oral.
Un
cigarrillo de cannabis promedio pesa entre 0,6 y 0,8 gr. La cantidad necesaria
para lograr los efectos buscados es muy variable. Al ser más rápidos los
efectos de la administración inhalatoria por medio de cigarrilos o vaporización,
es más fácil de dosificar que la vía oral, disminuyendo la posibilidad de
reacciones adversas. El consumidor adulto puede fumar dos o tres caladas,
esperar quince minutos y repetir la autoadministración hasta conocer la
potencia del compuesto. El efecto inhalado persiste entre 2 y 3 horas.
La
vía oral da lugar a concentraciones plasmáticas inicialmente más bajas y erráticas
que las observadas después de fumar, con picos de concentración detectable en
plasma entre 1 y 6 horas. Ingerirlo produce más psicoactividad debido al
metabolismo masivo del primer paso hepático que produce en cantidad un
metabolito –el 11-hidroxi-THC-, que es más psicoactivo que el mismo THC y se
relaciona con efectos ansiogénicos. La dosificación oral sería 1/3 de la
inhalada.
La
reducción de daños en la dosificación pasa en por instar al uso de la mínima
cantidad necesaria para llegar al efecto deseado y evitar la combinación con
alcohol. La dosis y la combinación con otras sustancias puede hacer una gran
diferencia entre lograr los efectos buscados y sentirse ansioso o incómodo. Ingerir
grandes dosis, usar extractos fuertes, o mezclarlo con alcohol puede causar ansiedad,
nausea, vómitos y lipotimia.
Reducción de daños en el
aparato respiratorio.
Fumar
cannabis por medio de cigarrillos, a diferencia del tabaco, no aumenta la
posibilidad de contraer cáncer de pulmón ni EPOC. Hay estudios poblacionales de
alta calidad que descartan la relación, aunque sí tiene un efecto
sensibilizador del aparato respiratorio frente al daño del tabaco. Se
desaconseja firmemente ser usuario de ambas sustancias. Abandonar el tabaco, si
es fumador, es la principal medida de reducción de daños del cannabis.
Otras
medidas preventivas sobre el aparato respiratorio son la utilización de papel
fino sin blanquear, usar una boquilla de cartón o implemento que aleje la brasa
de la boca del usuario y no retener el
humo ya que es innecesario. Evitar papeles coloreados o aromatizados.
La
vaporización es una manera de inhalar el cannabis sin el monóxido de carbono
tóxico y los alquitranes irritantes.
Compartir porros u otros implementos
contactando los labios puede incrementar el riesgo de trasmitir infecciones
como meningistis, gripe y otros gérmenes. Al compartir es conveniente tomar o
el porro o implemento de manera que puedas inhalar el humo o vapor sin tocarlo.
Esta noción puede ser más difícil de incorporar, tanto por el marco cultural
uruguayo, argentino y latinoamericano, que incluye el consumo de bebidas como
el mate, donde se comparte la bombilla; y la propia cultura cannabica que
involucra el compartir. Es materia de debate en las organizaciones cannabicas su
inclusión en los materiales informativos sobre reducción de daños.
Efectos subjetivos y
fisiológicos del cannabis.
La
dosis, predisposición del consumidor, lugar de consumo, experiencia de uso,
etc. condicionan los efectos subjetivos. Si el usuario está experimentado, la
dosis es baja, y el ámbito de consumo es tranquilo, los efectos van a ser
relajantes, con estímulo de la imaginación y profundización de los sentidos.
Los
efectos negativos van a ser transitorios, afectando la memoria a corto plazo,
la performance cognitiva, la percepción espacio-temporal y la coordinación
neuromotriz. El nivel de afectación varía entre sujetos y con la familiaridad
del uso.
Puede
aliviar algunos síntomas como depresión o ansiedad o agravarlos aún más. En los
casos severos puede producir una psicosis tóxica, con paranoia y alucinaciones,
que remite junto con la eliminación de la droga del organismo.
Otros
efectos posibles son: cansancio, vértigo, taquicardia, hipotensión ortostática,
boca seca, incremento del apetito, enrojecimiento conjuntival, etc. También aumenta el apetito, una medida de reducción
de daños es tener alimentos saludables para para satisfacerlo.
El
uso regular produce cierta tolerancia a los efectos adversos y disminuye su
incidencia.
En
algunas personas que consumen altas dosis regularmente y cortan abruptamente su
consumo, puede presentarse un cuadro abstinencial leve con irritabilidad,
insomnio, pérdida del apetito, nerviosismo, etc.
Otras medidas de reducción
de daños.
La
separación de mercados funcionó exitosamente en Holanda, donde disminuyó el
consumo de drogas duras entre los jóvenes. Equiparar la marihuana con la
cocaína envía un mensaje erróneo a los jóvenes, que al fumar un par de porros y
ver que no pasa nada equiparan los dos consumos.
Conclusiones: reducción de daños en cannabis.
El
cannabis es un compuesto psicoactivo susceptible de abuso, pero con un
potencial de adicción y de daño psico-bio-social menor que el alcohol y el
tabaco. Es un imperativo cambiar las leyes regulatorias para evitar el enorme
daño social producto de la prohibición de drogas, que sobre todo impacta en los
sectores más desprotegidos, corrompe fuerzas punitivas y gobiernos y es
inefectiva en disminuir tráfico y consumo. Esta sería la medida más efectiva
para reducir estos importantes daños sociales producto de la prohibición.
Una
de las razones por las que la producción y venta del cannabis debe ser regulada
es para desalentar el uso entre grupos de riesgo. Los menores, las embarazadas,
los pacientes con cardiopatías graves, y los individuos con antecedentes de
psicosis deben evitarla. También las personas que conducen vehículos deberían
esperar algunas horas antes de hacerlo, sobre todo para conducir en ruta.
La
prohibición es contraproducente en función de mantener las drogas fuera del
alcance de los grupos especiales de la población. Es más fácil para un
adolescente conseguir cocaína o marihuana que cualquier droga de abuso regulada
por medio de doble o triple receta archivada. Un mercado regulado podría educar
mejor a los usuarios de los riesgos potenciales y hacer más efectiva la veda a
grupos de riesgo, que el narcotráfico no distingue ni protege.
Bibliografía
Pablo
A. Ascolani, Cannabinoides y síntomas
neurológicos ¿La pieza faltante en la farmacología clínica? Marzo 2011
Universidad Nacional de San Martín/FGR.
“Take care with cannabis” University of Victoria –
Centre for Addictions Research of BC – www.carbc.ca - Vancouver Coastal Health – Promoting Wellness. Ensuring
care. – www.vch.ca
Pablo A. Ascolani, Toxicología del cannabis y efectos del
consumo sobre los indicadores de salud de la población. Ponencia presentada
en las Jornadas Académicas de Debate en Montevideo (Uruguay) organizada por la
Coordinadora Nacional por la Legalización de la Marihuana con el apoyo de la
Facultad de Psicología de la Universidad de la República y La Junta Nacional de
Drogas de la Presidencia de la República de Uruguay, 13 de septiembre 2012 http://cannabismedicinalargentina.blogspot.com.ar/2012/09/toxicologia-del-cannabis-y-efectos-del.html
Gacetilla
de la Asociación Rosarina de Estudios Culturales del 24/11/12 https://www.facebook.com/notes/arec-asociaci%C3%B3n-rosarina-de-estudios-del-cannabis/gacetilla-de-arec-241112/510665112306462
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