Artículo de opinión sobre sustancias
psicoactivas, políticas públicas y evolución humana.
Lic. Pablo. A. Ascolani
El Presidente José Mujica dice,
hablando de su manera de ser:
“Uno es feliz con poco. No es una
apología de la pobreza lo que hago, sino de la sobriedad, de la austeridad. Yo apuesto
a renunciar a cosas para tener más tiempo. Tiempo para vivir, para ser feliz.
Porque en una de esas a usted le gusta pescar, o escuchar música, o estar con
los amigos y para eso se necesita tiempo. Como se necesita tiempo para el amor.
Ahora, si usted va a dedicar todo el tiempo a trabajar y consumir y pagar
cuentas, es una condena de vida. Para mí
los años que pasé en el calabozo y logré sobrevivir, me son intransferibles.
Después de eso con poca cosa soy un hombre rico. Pobre del que quiere mucho”
Trabajando en la asesoría de AREC
gestionada por AECU para la Junta Nacional de Drogas del Gobierno de la
República de Uruguay, realizamos una revisión sistemática de trabajos
científicos originales referidos a la toxicología del cannabis y la reducción de
daños en su utilización.
La revisión de la literatura sugiere
que la mayoría de los usuarios adultos de cannabis, que usan la droga
ocasionalmente, no sufren ningún daño físico o mental.
Aquellos que consumen grandes dosis en
forma regular tienen una pequeña tendencia a tener menores logros educativos y
menores ingresos, si bien estos estudios no detectan los posibles beneficios
que estos consumidores obtienen, en detrimento de educación formal o poder
adquisitivo.
Reflexionando en relación a las palabras
del Presidente, y al universo de consumidores avezados de cannabis que
conocemos por medio de nuestra Asociación Civil AREC, tenía sentido. Y “consumidores
avezados” no es un eufemismo de “abusadores” de cannabis. No los consideramos
así porque la cantidad de cannabis consumido no está relacionada directamente
con el impacto negativo que pueda tener ese consumo en la vida de la persona, pero
sí los estudios revisados.
Tenía sentido que la gente que fuma
habitualmente cannabis no se preocupe tanto por ganar más plata. Que en todo
caso los daños serían contra el sistema, ávido de consumo.
Sin querer entrar en un debate más
amplio, tenía sentido también que se cuestione la validez de instituciones del
saber hegemónico. Que la doctora en vez de ser neurocirujana se fue a estudiar
yoga tibetano, o que el futuro ingeniero se haga músico.
Es posible que ese abusador del
cannabis esté paliando los sufrimientos personales. O esté bien, y se dé, como
dice el Presidente Mujica, tiempo para la música, para los amigos, para el
amor. Tiempo para vivir; fumando.
Y, cuando todavía está resonando en
el aire el discurso del Presidente Mujica en el G20, cabe preguntarse ¿la
prohibición de las drogas tiene también que ver con esto, además de los obvios
intereses económicos y de dominio político-militar?
La “guerra contra las drogas”
impulsada por Estados Unidos, ha resultado inefectiva en relación con los
objetivos explicitados, la disminución de la oferta y la demanda de drogas
ilícitas. Estas políticas produjeron la penetración de los Estados y del
sistema financiero global por redes criminales ingentes y en pleno desarrollo.
Y uno de sus fundamentos, la
criminalización del consumo de sustancias ilícitas, ha agravado la situación de
los Derechos Humanos relacionados con la problemática, manifestándose en récord
de encarcelamientos, estigmatización y costo en vidas humanas.
¿Porque el imperio y las corporaciones
persiguen sustancias como el cannabis con la venia de la instituciones y países
involucrados en el sostén del status quo político-económico global? ¿Sólo por
dinero del narcotráfico y el control estratégico bélico?
A la luz de la evidencia, es posible que
el uso de estas sustancias promueva valores morales y actitudes que no son
bienvenidas en la sociedad de mercado capitalista. Se temen y sospechan
determinados estados mentales que conducen a instancias de cuestionamiento, en
particular sobre algunos de los mandatos centrales para adquirir existencia
para el sistema, como consumir. Esta afrenta justifica una guerra santa, un
estado de emergencia de enormes costes sociales y de gasto militar. Esta guerra
se financia en parte por el mismo negocio del narcotráfico y en parte mediante
el desfinanciamiento de políticas públicas orientadas a soluciones más
complejas a la problemática del abuso de drogas como las dirigidas a la prevención,
el acceso a la educación y al libre acceso a la información, al trabajo digno, acceso
a la salud, disminución de la brecha entre ricos y pobres, y otras variables
que serían realmente efectivas. Como dice Noam Chomsky, la guerra contra las
drogas no fracasó en sus objetivos, sino que tenía objetivos diferentes a los
explicitados.
El cannabis, englobado dentro de lo
que Escohotado llama “sustancias de excursión psíquica” tiene, potencialmente,
un efecto cuestionador sobre el estado de las cosas; enfrentan a la persona al
plano “del inclumplimiento inherente a nuestras vidas”. Este cuestionamiento
es, en último término, sobre la naturaleza del ser y la realidad, pero en su
escalada atraviesa toda organización y estructura humana. No es casual que uno
de los momentos donde la cultura dio un paso amplio en relación a los Derechos
Humanos y los movimientos sociales (raciales, ecologistas, de mujeres, de
estudiantes, etc.) coincidió con la popularización y uso extensivo de LSD
durante los 60 y 70.
Con la regulación del cannabis,
podemos habilitar, en cierta medida, la continuación y creación de nuevos
procesos culturales de autonomía y libertad.
La “instancia de cuestionamiento”, que
potencialmente habilitan estas sustancias, intentan ser disgregada por el
individualismo del sistema capitalista, que ofrece consumo constante como
distracción a los aspectos de la vida importantes, que requieren atención y
expresan la profundidad de la existencia. Hay una disputa por una autonomía de
conciencia reñida con los moldes estrechos del sistema.
“No es saludable estar bien adaptado a una
sociedad profundamente enferma“ dijo sabiamente Krishnamurti.
El sistema capitalista de mercado
produce una realidad insustentable, profundamente desigual, cruel y
destructiva.
Somos una especie moribunda en un
planeta moribundo.
Por ello necesitamos de forma urgente superar
viejos paradigmas, buscar nuevas perspectivas y nueva información, que nos
permita superar esta etapa en nuestra evolución como especie.
El cannabis, entre otras sustancias, aparecen
como herramientas para cuestionar la inevitabilidad del “malestar en la
cultura”, como herramientas para romper los engranajes del sistema hasta llegar
a las entrañas de la cultura y rearmarnos, hacernos superar el vacío de la
existencia, poder mirarnos como colectivo de seres humanos, conscientes de la
vida y la muerte.
El salto epistemológico que sugiere la
integración de estas sustancias nuevamente en la cultura es grande. Nos lleva a
imaginar nuevas formas de organización, que celebren la diferencia entre los
seres humanos con libertad, tolerancia y justicia. Pensándonos como una
totalidad, conscientes de nuestro viaje, como dijo un sabio, “en nuestra
querida, contaminada y única nave espacial”. Y que la conciencia de nuestra
unión nos lleve a penetrar en ese momento mágico donde la vida adquiere todo el
detalle y la profundidad que realmente posee; y donde la importancia de cuidar
la naturaleza se presenta como un pedido inaplazable, no tanto para nosotros,
sino para todos aquellos por venir, de los que también formamos parte.
El urgente desafío de la humanidad es
aumentar su producción de amor, de alegría y de conciencia. El cannabis y los
enteógenos[i]
tienen algo que ver con esto.
“Uno es feliz con poco”
Compañeros y compañeras, hagamos
fuerza juntos con Mujica y la marihuana contra el fin del mundo.
Bibliografía:
-Escohotado, Antonio, Aprendiendo
de las drogas : usos y abusos, prejuicios y desafíos. Barcelona, Anagrama,
1995.
- Pablo A. Ascolani, Toxicología
del cannabis y efectos del consumo sobre los indicadores de salud de la
población. Ponencia presentada en las Jornadas Académicas de Debate en
Montevideo (Uruguay) organizada por la Coordinadora Nacional por la
Legalización de la Marihuana con el apoyo de la Facultad de Psicología de la
Universidad de la República y La Junta Nacional de Drogas de la Presidencia de
la República de Uruguay. http://cannabismedicinalargentina.blogspot.com.ar/2012/09/toxicologia-del-cannabis-y-efectos-del.html
- Pablo A. Ascolani, La
prohibición de las drogas como obstáculo epistemológico. Artículo basado en
el trabajo final para el “Curso de Políticas de Drogas, VIH y Derechos Humanos”
de Intercambios Asociación Civil, dictado entre febrero y abril de 2011.
http://cannabismedicinalargentina.blogspot.com.ar/2011/10/la-prohibicion-de-las-drogas-como.html
[i] "Sustancias cuya ingestión
altera la mente y provoca estados de posesión extática y chamánica. En griego,
entheos significa literalmente "dios (theos) adentro", y es una
palabra que se utilizaba para describir el estado en que uno se encuentra
cuando está inspirado y poseído por el dios, que ha entrado en su cuerpo. Se
aplicaba a los trances proféticos, la pasión erótica y la creación artística,
así como a aquellos ritos religiosos en que los estados místicos eran
experimentados a través de la ingestión de sustancias que eran transustanciales
con la deidad. En combinación con la raíz gen-, que denota la acción de
"devenir", esta palabra compone el término que estamos proponiendo:
enteógeno. C.A.P. Ruck, J. Bigwood, J., D. Staples, R.G. Wasson y
J. Ott, Journal of Psychedelic Drugs, vol. II, núms. 1 y 2, enero-junio 1979" Los psiquedélicos tradicionales o enteógenos,
tienen escasa toxicidad, tanto sobre el sistema nervioso –no son neurotóxicas-
como sobre el resto del organismo y márgenes de seguridad tan altos que no se
registran muertes por toxicidad aguda de ninguna de estas sustancias. No
producen dependencia, ni física ni psíquica. No producen síndrome de supresión,
ni conductas de autoadministración. El cannabis es utilizado como enteógeno en
algunas culturas y tiene un potencial de suscitar efectos compatibles con el de
los psiquedélicos tradicionales.
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ResponderEliminarFelicitaciones Pablo, solo admiración y cariño por tu trabajo y el de toda la gente de AREC!! Y ni hablar del Pepe Mujica ejemplo de vida, militancia y gestión publica, para el pueblo y no para los intereses económicos
ResponderEliminar!! Los pueblos de america latina tienen un faro a seguir mirando al Uruguay!!
Muy buena!
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